Análisis a las Cartas a los
Tesalonicenses
Primera de Tesalonicenses
"Y por esto también damos gracias sin cesar a Dios, de que
cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis,
no como palabra de hombres, sino según lo es verdaderamente, la palabra de
Dios, que obra también en vosotros que creéis." 1a.
Tesalonicenses 2:13 (VM)
1a.
Tesalonicenses ("victoria sobre la falsedad"), desde el punto de
vista del tiempo, es la primera de las epístolas de Pablo. Está llena de
frescura, energía, y calidez. Pastoral en su carácter, es dirigida "a la
iglesia de los tesalonicenses", ejemplificando así el verdadero cuidado
pastoral, no sólo de individuos, sino de la asamblea de Dios. Esta asamblea,
formada durante una breve visita a Tesalónica (Hechos 17: 1-4), en medio de
circunstancias de amarga persecución, había llegado a ser un modelo para las
otras, debido a su piadosa energía de fe divulgando la Palabra de Dios (1a.
Tesalonicenses 1: 7, 8). Fe, amor, y esperanza se ven de forma hermosa a través
de todo este libro y de la Segunda Epístola, también.
La
venida del Señor es un asunto muy prominente. En el capítulo 1: 10, esto se ve
como la liberación de la ira venidera de la tribulación. En el capítulo 2: 19,
está relacionado con el gozo de Pablo viendo a sus propios convertidos en la
gloria de arriba. En el capítulo 3: 13, tiene a la vista la confirmación de los
santos irreprensibles en santidad. En el capítulo 4: 15‑18, es una preciosa
perspectiva para dar consuelo presente a aquellos que están en tristeza. En el
capítulo 5: 23, es visto como una santificación final y total del espíritu,
alma, y cuerpo.
Pero
el versículo citado arriba muestra la razón para la fiel energía de los
Tesalonicenses. La palabra de Dios para sus almas era real: era Dios quien
había hablado: ellos aceptaban esa palabra como tal. Es por medio de esto que
se producen buenos resultados. ¿Acaso, entones, no es este libro muy alentador
y estimulante?
1
Tesalonicenses 1:1-10
El capítulo 17 de los
Hechos de los apóstoles nos relata la corta visita de Pablo y Silas (o Silvano)
a Tesalónica. Allí habían anunciado y vivido el Evangelio (v. 5). Y
los tesalonicenses, habiéndolo recibido (v. 6), lo vivían a su turno. Su obra
era una prueba de su fe (compárese Santiago 2:18); su trabajo confirmaba
su amor; su paciencia proclamaba cuál era la
gran esperanza que por sí sola podía sostenerlos (v. 3). De tal modo
todo el mundo sabía que existían cristianos en Tesalónica (v. 7). ¿Saben todos
en mi barrio o en mi lugar de trabajo que soy un creyente?
Una conversión es la señal pública del nuevo nacimiento, es el cambio
de dirección visible que corresponde a la vida divina recibida en el alma.
Cuando uno da media vuelta, no tiene más los mismos objetos ante sí (Gálatas
4:8-9). De ahí en adelante, los tesalonicenses daban la espalda a los ídolos,
estériles y engañosos, para contemplar y servir a un Dios vivo, el
Dios verdadero.
Los ídolos de madera
o de piedra del mundo pagano cedieron el lugar a los ídolos más refinados del
mundo cristianizado. Pero siempre sigue siendo cierto que "ningún siervo
puede servir a dos señores" (Lucas 16:13). ¿A quién servimos nosotros? ¿A
Dios o a nuestras codicias? ¿Y qué esperamos? ¿Al Hijo de Dios o la ira
venidera?
1
Tesalonicenses 2:1-12
Los ultrajes y los
malos tratos padecidos por Pablo y Silas en Filipos (Hechos 16:12-40), lejos de
desanimarlos, les impulsaron a anunciar el Evangelio con "denuedo".
La furiosa reacción del Adversario probaba precisamente que el trabajo de ellos
no había resultado vano (1 Tesalonicenses 2:1). Sin embargo, no habían empleado
ninguno de los métodos habituales de la propaganda humana: seducción, astucia,
lisonjas o deseos de agradar; como lo escribía el apóstol a los corintios:
"Con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en
Cristo" (2 Corintios 2:17). Demasiado a menudo, hoy en día, el Evangelio
es presentado bajo un aspecto atrayente y sentimental o como un complemento de
una obra social. El ministerio de Pablo tampoco estaba alentado por uno de los
tres grandes resortes de la actividad humana: la búsqueda de la gloria
personal, la satisfacción de la carne y el provecho material. Al contrario, los
sufrimientos del apóstol testimoniaban un
completo desinterés personal (véase Hechos 20:35). Dos sentimientos
le animaban: la continua preocupación de agradar a Dios (1
Tesalonicenses 2:4) y el amor por los que habían llegado a ser "sus
propios hijos". Como una madre, él los había alimentado y cuidado con
ternura (v. 7); como un padre, los exhortaba y enseñaba a andar (v.
11-12). Pero ante todo quería que ellos tuvieran plena conciencia de sus
relaciones con Dios. ¡Qué posición la de ellos... y la nuestra! Dios nos llama
nada menos que a su propio reino y a su propia gloria.
1
Tesalonicenses 2:13-20
Los cristianos de
Tesalónica habían aceptado la palabra del apóstol como verdadera Palabra
de Dios (v. 13; Mateo 10:40). La absoluta inspiración de todas las partes
de la Sagrada Escritura dista mucho de ser reconocida por todos los teólogos de
la cristiandad. A menudo los escritos de Pablo son presentados como las
enseñanzas de un hombre, sin duda un notable hombre de Dios,
pero falible. En general, se trata de un pretexto para no someterse a
ellas y para rechazar lo que parece demasiado estrecho... pero, bendito sea
Dios, cada palabra de la Biblia posee la misma autoridad divina.
Los celos de los
judíos habían interrumpido la actividad del apóstol a favor de los
tesalonicenses (v. 15-16; Hechos 17:5). Él no había terminado de instruirlos.
Un maestro se siente confundido cuando ninguno de sus alumnos obtiene el
diploma para lograr el cual los preparó. Pablo les habla al corazón y les
recuerda que era personalmente responsable de la fidelidad de ellos. Según el
caso, él recibiría una corona de manos del Señor o sería avergonzado a causa de
ellos "en Su venida" (v. 19; véase 1 Juan 2:28).
Queridos amigos:
tengamos, como el apóstol, este pensamiento siempre presente en nuestro
espíritu: pronto tendremos que rendir cuentas ante nuestro Señor de todo lo que
hayamos hecho, como en la parábola de Mateo 25:19: "Después de mucho
tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos".
"De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí"
(Romanos 14:12).
1
Tesalonicenses 3:1-10
Dos veces Satanás
impidió que Pablo volviera a Tesalónica (cap. 2:18). Dios permitió esa
situación para que fueran manifestados tanto los afectos del apóstol como la
fidelidad de los tesalonicenses. Entonces "el tentador" (v. 5),
utilizando otra arma, había suscitado contra ellos grandes tribulaciones. Pablo
les había advertido que no sólo esas pruebas eran inevitables sino que para
esto estaban puestos (v. 3; Juan 15:20; Juan 16:3 3). Por esa razón,
¿permanecía él indiferente? ¡Muy al contrario! Pero lo que le preocupaba no
eran las tribulaciones de los tesalonicenses, sino la firmeza de la fe de
ellos 11 Tesalonicenses 3:2, 5-7. 10) ¡Qué lección para nosotros, que nos
detenemos fácilmente ante circunstancias exteriores -como dificultades
materiales, enfermedades, etc.- y perdemos de vista el
estado interior del creyente! "No pudiendo soportarlo más"
(v. 1 y 5), el apóstol había encomendado a Timoteo que los fortaleciese y
animase. Y él mismo había sido consolado y regocijado en medio de su propia
tribulación como consecuencia de las noticias recibidas. Porque lejos de
quebrantar la fe de esos creyentes, muy jóvenes en ella, la prueba la había
fortalecido. Del mismo modo, los climas más rudos generalmente forjan las razas
más resistentes. Una vez más, Satanás había hecho una obra engañosa para sí,
según Proverbios 11:18: "El inicuo adquiere para sí una ganancia
engañosa" (V. M.).
1
Tesalonicenses 3:11-13 y 4:1-8
¡No son nuestras
pruebas las que deben movernos a esperar al Señor: es nuestro amor hacia Él! Su
venida "con todos sus santos" (v. 13) es el gran pensamiento que debe
regir todo nuestro comportamiento. "Santos", lo somos ante Dios por
medio de la perfecta obra de Cristo (Hebreos 10:10). Pero al mismo tiempo somos
exhortados a afirmar nuestros corazones en la santidad práctica (1
Tesalonicenses 3:13); ella es la expresa voluntad de Dios para cada
uno de los suyos (cap. 4:3). Un creyente deberá particularmente cuidarse para
permanecer puro (v. 4). Al considerar su cuerpo como un instrumento de placer,
peca primeramente contra sí mismo: arruina a veces su salud, siempre su
conciencia (ésta pierde su sensibilidad frente al mal y se desarregla como
un cuentakilómetros que ha sido violentado).
También puede
perjudicar grandemente a otra persona (v. 6: Hebreos 13:4). ¿Cuántas
vidas destrozadas, espíritus y cuerpos mancillados y hogares comprometidos han
pagado el precio de la vanidad de una conquista y el placer de unos momentos?
Finalmente, la impureza, bajo todas sus formas, es un pecado contra
Dios, como lo dice David en el Salmo 51:4: "Contra ti, contra ti solo
he pecado". Nuestro cuerpo no nos pertenece más; ha llegado a ser el
templo del Espíritu que Dios nos dio (1 Tesalonicenses 4:8; 1 Corintios
6:18-20). El Espíritu Santo reclama una morada santa. Conservar
nuestro cuerpo sin reproche (1 Tesalonicenses 5:23) es honrar a Aquel que lo
habita.
1
Tesalonicenses 4:9-18
No es necesario
cumplir obras extraordinarias "para servir al Dios vivo y verdadero"
(cap. 1:9). Ante todo, se le pide al cristiano que viva apaciblemente y se
aplique fielmente a cumplir su tarea cotidiana (cap. 4:11). Pronto se acabará
su trabajo! A la conocida voz del Señor, cada cual dejará su herramienta para
ir a Su encuentro y estar siempre con Él. El arrebatamiento de los
creyentes es el primer acto de la venida del Señor Jesús (el segundo será su
glorioso retorno con ellos: cap. 3:13). Él mismo viene a buscarlos, y
no deja a nadie más ese cuidado y ese gozo; gozo que debe ser la parte de cada
redimido y su presente consuelo cuando uno de los suyos llega a
"dormirse". Como la muerte ha sido vencida -aunque todavía no
destruida- los muertos en Cristo simplemente "duermen" (cap. 4:13-15;
Juan 11:11-13). Despertarán como Lázaro -mas para siempre- a la voz de mando
del Príncipe de la vida. Luego, en perfecto orden y del mismo modo que Él dejó
la tierra, los que vivamos "seremos arrebatados juntamente con ellos"
(1 Tesalonicenses 4:17; Filipenses 3:20) para ir a Su encuentro en el aire.
¿Vivirá nuestra generación este maravilloso acontecimiento, esperado por tantas
generaciones? Todo lo hace pensar. Tal vez ocurra hoy. Amigo lector: «¿Está
usted preparado?».
1
Tesalonicenses 5:1-11
Si para sus redimidos
la venida del Señor significa la entrada en el gozo eterno, para los incrédulos
es la señal de una "destrucción repentina" (v. 3; Lucas 17:26-30).
¡Bienaventurada esperanza para unos, total y terrible sorpresa para otros! ¡Por
desdicha, en la práctica la diferencia está lejos de ser tan nítida! Ciertos
"hijos de luz" ocultan su lámpara "debajo del almud o debajo de
la cama" (Marcos 4:21). Duermen y la somnolencia espiritual es un estado
que se asemeja a la muerte. ¿A qué se debe?: generalmente a una falta
de sobriedad. Embriagarse es hacer de los bienes de la tierra un uso
que supera a lo que uno necesita (véase Lucas 12:45-46). Y cuando uno está
adormecido en cuanto a los intereses celestiales y muy despierto en cuanto a
los de aquí abajo, ¿puede desearse el retorno del Señor? Nosotros que somos del
día... "no durmamos como los demás", "como los otros que no
tienen esperanza" (1 Tesalonicenses 4:13). por temor a ser sorprendidos,
nosotros también, por la llegada repentina de nuestro Señor. Volvamos a leer
las serias palabras del Señor en el capítulo 24 de Mateo y en el 13 de
Marcos... Y hagámonos a menudo esta pregunta: «¿Me gustaría que el Señor me
encontrase haciendo lo que estoy haciendo, o diciendo o pensando?».
1
Tesalonicenses 5:12-28
El final de la
epístola nos enseña cuál debe ser nuestro comportamiento entre hermanos, cuál
con respecto a todos los hombres, cuál en relación con Dios y, por fin, cuál en
la Iglesia. En suma, nuestra vida entera está encuadrada en estas cortas
exhortaciones. Si se trata de ser gozoso, se lo debe ser siempre; si de
orar, que sea sin cesar; si de dar gracias, que lo sea en
todo. La fe nos permite agradecer al Señor aun por lo que puede parecemos
enojoso. Orar sin cesar, es permanecer en Su comunión, lo que será también
nuestra salvaguardia contra el mal bajo todas sus formas (v. 22). El que nos
rescató enteramente -espíritu, alma y cuerpo- exige también la
santidad de nuestro ser entero (véase capítulo 4:3). Las manchas del espíritu y
del corazón, aun- que invisibles, son tan temibles como las del cuerpo.
Pidámosle al Señor, quien es fiel, que nos conserve sin reproche, conformes a
Él, para el instante de la gran cita. Pues bien, ningún pensamiento es más
apropiado para santificarnos que el del retorno del Señor Jesús (1 Juan 3:3).
Esta inestimable promesa se halla mencionada al final de cada uno de los cinco
capítulos de esta carta. No la perdamos de vista. Y hasta entonces, que
"la gracia de nuestro Señor Jesucristo" sea con cada uno de nos-
otros.
Primera de Tesalonicenses
Autor:
1 Tesalonicenses 1:1 indica que el libro de 1 Tesalonicenses fue
escrita por el apóstol Pablo, probablemente junto con Silas y Timoteo.
Fecha de su Escritura:
Sobre esta primera carta a los Tesalonicenses el año y el lugar no
se han determinado con seguridad. Se cree generalmente que ésta fue la primera
de todas las cartas de Pablo y probablemente fue escrita desde Corinto, 49 - 54
d.C.
Desde Tesalónica, Pablo se dirigió a Berea (Hch 17.10), luego a
Atenas (Hch 17.15) y finalmente a Corinto (Hch 18.1), donde alrededor del año
50 redactó esta Primera epístola a los Tesalonicenses (=1 Ts) (3.6; cf. Hch 18.5). Es la
carta más antigua de las que conocemos del apóstol y, probablemente, también el
documento más antiguo del NT.
La intención de Pablo era regresar pronto a Tesalónica, pero no
pudo hacerlo. Así es que desde Atenas mandó a Timoteo (2.17–18; 3.2, 5–6),
encargándole que animara a los creyentes y que luego se reuniera con él para
informarle de la marcha de los asuntos en aquella iglesia.
Timoteo hizo el viaje, y volvió a Corinto. En términos generales,
las noticias que llevaba a Pablo eran buenas, aunque también hablaban de cierta
falta de madurez entre los cristianos de Tesalónica. De todos modos, Pablo se
sintió satisfecho, y no tardó en manifestarlo por escrito.
Propósito de la Escritura:
En la iglesia de Tesalónica había algunos malentendidos acerca del
regreso de Cristo. Pablo deseaba aclarárselos en su carta. También la escribe
como una instrucción sobre la vida santa.
Versos Clave:
1 Tesalonicenses 3:5, “Por lo cual también yo, no pudiendo
soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese
tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano.”
1 Tesalonicenses 3:7, “ Por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe.”
1 Tesalonicenses 3:7, “ Por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe.”
1 Tesalonicenses 4:14-17, “Porque si creemos que Jesús murió y
resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo
cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que
habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que
durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor.”
1 Tesalonicenses 5:16-18, “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar.
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en
Cristo Jesús.”
La Iglesia:
Fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero. Allí encontró
una oposición violenta a su obra, pero tuvo éxito en ganar a algunos judíos y a
numerosos griegos, que le hizo posible el establecimiento de una iglesia fiel.
Lea Hechos 17:1 - 10.
Marco Histórico:
Pablo había enviado a Timoteo a animar y a fortalecer a la
iglesia. Este a su regreso le dio un informe que evidentemente motivó al
apóstol a escribir la carta. (ver 3:6).
Temas Principales:
Esta es una de las cartas más personales de todas las de Pablo. No
es tan doctrinal o polémica como algunas de las otras.
El cuerpo de de la carta consiste principalmente de
recomendaciones, reminiscencias personales, consejos y exhortaciones. La verdad
central, resaltada ampliamente, es la esperanza futura de la venida de Cristo.
Tesalónica
En vida del apóstol Pablo, Tesalónica (la actual Salónica) era la
capital de la provincia romana de Macedonia. Gozaba de una economía
floreciente, debida en gran parte a su magnífico emplazamiento, con un puerto
que se abría al mar Egeo y daba entrada y salida a buena parte del importante
tráfico comercial entre Roma y Asia Menor.
La población tesalonicense era numerosa. Estaba formada por una
mezcla de residentes nativos y extranjeros, agrupados estos últimos en colonias
de las más diversas nacionalidades, entre las cuales se contaba la judía, que
debía de ser importante puesto que disponía de su propia sinagoga (Hch 17.1).
El evangelio en Europa
Pablo y sus colaboradores fueron los primeros en llevar a Europa
el evangelio de Jesucristo. Habiendo zarpado del puerto de Troas, desembarcaron
en Neápolis y luego se dirigieron a Filipos (Hch 16.11–12), desde donde,
«pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica» (Hch 17.1; 1 Ts
2.1–2).
El libro de los Hechos registra las discusiones que Pablo
mantuvo con los judíos de Tesalónica durante tres sábados (Hch 17.2). La
estadía del apóstol en la ciudad se prolongó probablemente por unos tres meses,
a juzgar por todo lo que allí aconteció (Hch 17.4–9; cf. Fil 4.16 acerca de la
ayuda recibida «una y otra vez» de los filipenses).
La actividad de Pablo en Tesalónica dio como fruto la conversión
de algunos judíos, «un gran número de griegos piadosos, y mujeres nobles no
pocas» (Hch 17.4). Pero también provocó los celos de «judíos que no creían»,
los cuales «alborotaron la ciudad» hasta el punto de obligar al apóstol a
abandonarla precipitadamente (Hch 17.5–10).
Contenido y estructura
La primera de las dos secciones principales en que se divide el
texto (2.1–3.13 y 4.1–5.24) está precedida de un saludo (1.1) y una acción de
gracias (1.2–10). Tras esta introducción, el apóstol recuerda su ministerio en
Macedonia (2.1–16), expone las razones que lo movieron a enviar a Timoteo en
vez de volver él mismo a Tesalónica (2.17–3.5) y da gracias a Dios por las
buenas noticias de las que Timoteo, al regresar, había sido portador (3.6–13).
La segunda sección contiene una exhortación a vivir en paz y en
fidelidad a Dios (4.3–12). El retorno del Señor, dice, es inminente; pero el
momento, desconocido. Por lo tanto, es necesario estar atentos y vigilantes
(4.13–5.11), puesto que su día «vendrá así como ladrón en la noche» (5.2). Los
que ya murieron, resucitarán (4.13–16); y juntos, ellos y «los que hayamos
quedado, seremos arrebatados... para recibir al Señor en el aire, así estaremos
siempre con el Señor» (4.17).
La carta concluye con una invitación a todos los creyentes
(5.25–28), para que cumplan con solicitud sus responsabilidades como miembros
de la iglesia de Jesucristo (5.12–24).
Breve Resumen:
Los primeros tres capítulos son acerca de Pablo anhelando visitar
la iglesia en Tesalónica, pero sin haberlo logrado porque Satanás se los
impidió (1 Tesalonicenses 2:18), y la manera en que Pablo cuidaba de ellos y se
animaba al escuchar como habían estado. Luego Pablo ora por ellos (1
Tesalonicenses 3:11-13). En el capítulo 4, Pablo instruye a los creyentes en
Tesalónica sobre cómo vivir una vida santa en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses
4:1-12). Pablo prosigue instruyéndolos sobre un malentendido que ellos tenían.
Les dice que la gente que había muerto en Cristo Jesús, también irá al cielo
cuando Él regrese (1 Tesalonicenses 4:13-18, 5:1-11). El libro termina con
instrucciones finales de vivir la vida cristiana.
Conexiones:
Pablo les recuerda a los tesalonicenses que la persecución que
estaban sufriendo de sus “propios conciudadanos” (v. 2:15 14), los judíos que
rechazaron a su Mesías, es la misma que sufrieron los profetas del Antiguo
Testamento (Jeremías 2:30; Mateo 23:31). Jesús advirtió que los verdaderos
profetas de Dios siempre tendrían la oposición de los impíos (Lucas 11:49). En
Colosenses, Pablo les recuerda esa verdad.
Aplicación Práctica:
El libro puede ser aplicado a muchas situaciones de la vida. Nos
brinda la confianza de que como cristianos, estemos muertos o vivos, cuando
Cristo regrese estaremos juntos con Él (1 Tesalonicenses 4:13-18). Nos asegura
que como cristianos no recibiremos la ira de Dios (1 Tesalonicenses 5:8-9). Nos
instruye sobre cómo caminar diariamente en la vida cristiana. (1 Tesalonicenses
4—5).
Esquema del contenido:
Prólogo
(1.1–10)
1.
Ministerio de Pablo en Tesalónica (2.1–3.13)
2.
Diversas exhortaciones (4.1–5.24)
Epílogo:
Salutaciones y bendición final (5.25–28)
Segunda de Tesalonicenses
"Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual
nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte
vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra." 2a. Tesalonicenses 2:16, 17
2a. Tesalonicenses, al igual que 1a. Tesalonicenses, es pastoral en su
carácter, pero trata con aquellas sutiles influencias que muy pronto amenazaron
con arrebatarle a esta joven asamblea su reciente y ardiente afecto para con el
Señor, su vigorosa fe, y su aguante ante la persecución. El apóstol advierte
fielmente del futuro advenimiento del Anticristo, pero que incluso entonces ya
estaba en acción el misterio de la iniquidad para socavar lo que era de Dios.
Por lo tanto, fieles amonestaciones son agregadas al refrescante estímulo de la
Primera Epístola, el sazonar con sal, para preservar el testimonio de Dios.
Cartas pretendiendo haber sido enviadas por Pablo, habían comunicado a
los Tesalonicenses que el Día del Señor ya había venido - un astuto engaño del
enemigo por medio del cual buscaba socavar la confianza de ellos en la venida
del Señor, a buscar primeramente a la Iglesia, antes del impresionante
día de Su juicio del mundo. Pablo corrige esto, y el capítulo 2 es una
Escritura profética muy asombrosa acerca del Día del Señor, que no puede
ocurrir hasta que la Iglesia sea arrebatada a los cielos.
En contraste con las malignas obras y palabras del Anticristo, se anima
a los santos a ser confirmados en toda buena palabra y obra. Este es un libro,
por lo tanto, cuyo objetivo es dotarnos de discernimiento espiritual y firmeza
en cuanto a aquellas cosas que tenderían a rebajar el testimonio Cristiano.
Reitero, la venida del Señor es prominente en todos los capítulos.
2
Tesalonicenses 1:1-12
Las persecuciones de las que eran víctimas los tesalonicenses habían
aumentado su fe, habían hecho abundar su amor y habían manifestado su
paciencia. ¿Qué les faltaba pues? y ¿por qué el apóstol juzgó necesario
dirigirles esa segunda epístola? Esta vez, la esperanza no es nombrada ni
tampoco el gozo del Espíritu Santo (compárese 1 Tesalonicenses 1:3 y el fin del
versículo 6). Pablo coloca ante ellos las verdades convenientes para reanimar
estos sentimientos en sus corazones. El triunfo de sus perseguidores y sus
propios sufrimientos no son más que temporarios: "El Dios de retribuciones
dará la paga" (Jeremías 51:56). Esta retribución, tanto de los fieles como
de los impíos, tendrá lugar en el día del Señor. Está ligada con su gloriosa
manifestación. El mismo castigo -"la eterna perdición"- alcanzará a
los paganos que voluntariamente permanecieron en la ignorancia de Dios y a los
cristianos que lo son sólo de nombre y desobedecen al
Evangelio (2 Tesalonicenses 1:8). En cambio, los santos -"todos los que
creyeron"- serán vistos en la compañía del Señor y asociados a su
admirable gloria (v. 10; Mateo 13:43). Pero la voluntad de Dios y la oración
del apóstol es que, desde ya, el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea
glorificado en cada uno de los que le pertenecen.
2
Tesalonicenses 2:1-17
Un grave asunto turbaba a los tesalonicenses. ¿No era inminente el día
del Señor? Sus tribulaciones podían nacerles creer tal cosa y falsos doctores
lo afirmaban. No, contesta el apóstol. Ese día debe ser precedido por tres
acontecimientos.
1) Nuestra reunión con el Señor; 2) La apostasía de la falsa iglesia y
de los judíos mismos; 3) La aparición del Anticristo, llamado "el hombre
de pecado, el hijo de perdición" (v. 3) y "el inicuo" (v. 8).
Estos nombres subrayan, por contraste, los caracteres del Señor Jesús:
justicia, salvación y entera obediencia a Dios.
En este terrible período un poder engañoso, enviado como castigo,
oscurecerá la mente de los hombres: no creyeron la verdad, pues entonces
creerán la mentira. "El misterio de la iniquidad" (v. 7) ya está en
acción, agrega el apóstol (compárese con 1 Juan 2:18). Sólo que "hay quien
al presente lo detiene", el Espíritu Santo, quien opone
una barrera al despliegue del mal en el mundo. Cuando Él haya dejado la tierra
junto con la Iglesia, entonces la iniquidad no conocerá freno alguno.' Pero
¡qué contraste entre ese poder satánico (2 Tesalonicenses 2:1-12) y la obra de
nuestro Dios y Padre! (cap. 2:13-17). Él nos amó, nos escogió para salvación y
nos llamó para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. No dejemos de
darle gracias ahora (v. 13; cap.1:3).
2
Tesalonicenses 3:1-18
Pablo se encomienda a las oraciones de los santos: "Orad por
nosotros" (v. 1 y 1 Tesalonicenses 5:25). Él mismo no cesaba de orar por
ellos (2 Tesalonicenses 1:11). Contaba con el fiel Señor para afirmarlos y
guardarlos del mal. También contaba con la obediencia de ellos y ésta abarcaba
el muy simple cumplimiento de sus cotidianas tareas. Pero algunos en Tesalónica
habían cesado de trabajar. Ya que el Señor viene -pensaban ellos- ¿para qué
cultivar el campo y ocuparse en los negocios de la vida presente? Y, triste
consecuencia de ello, se entremetían en lo ajeno (véase 1 Timoteo 5:13). Pablo
protestó con vehemencia. Nada en su enseñanza podía dar pretexto a
semejante desorden (2 Tesalonicenses 3:6-7, 11). Al contrario,
él había dado el ejemplo del trabajo manual "para no ser gravoso" a
nadie. Y el ejemplo supremo es "la paciencia de Cristo" (v.
5) que permanece a la espera del momento en que ha de presentarse a su amada
Iglesia.
Con las epístolas a los Tesalonicenses llegamos al final de las cartas
que Pablo escribió a siete iglesias muy diferentes. En ellas, trata de los
diversos aspectos de la vida y de la doctrina cristiana, desde la adquisición
de la salvación en la epístola a los Romanos hasta la gloria próxima. Todas
esas enseñanzas tienen un gran precio para nosotros. Que el Señor nos ayude a
retenerlas con miras a permanecer "firmes" (cap.
2:15).
Segunda de Tesalonicenses
Autor:
2 Tesalonicenses 1:1 indica que el libro de 2 Tesalonicenses fue
escrito por el apóstol Pablo, probablemente junto con Silas y Timoteo.
Fecha:
El Libro de 2 Tesalonicenses fue escrito probablemente en el 51-52
d.C. Probablemente escrito desde Corinto poco después de la primera carta.
Propósito de la Escritura:
La iglesia de Tesalónica aún tenía algunos malentendidos acerca
del Día del Señor. Ellos pensaban que ya había acontecido, así que dejaron de
trabajar. Ellos estaban siendo gravemente perseguidos. Pablo escribió para
aclarar los malentendidos y para consolarlos.
Versos Clave:
2 Tesalonicenses 1:6-7, “Porque es justo delante de Dios pagar con
tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros
reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los
ángeles de su poder.”
2 Tesalonicenses 2:13, “Pero nosotros debemos dar siempre gracias
a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad.”
2 Tesalonicenses 3:3, “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y
guardará del mal.”
2 Tesalonicenses 3:10, “Porque también cuando estábamos con
vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”
Marco Histórico:
Es evidente que ciertas expresiones de la primera carta de Pablo a
esta iglesia habían sido mal interpretadas. Cuando se había referido a la
incertidumbre de día de la venida de Cristo, sus palabras habían sido
entendidas como si hubiera enseñado que el día del Señor estaba cerca.
Esto dio como resultado una innecesaria conmoción. Los convertidos
estaban turbados y alarmados (2:2). Tenían puntos de vista tan errados acerca
de la cercanía de la venida del Señor, que trastornaron sus vidas.
Algunos han creído, de acuerdo con las palabras de los versículos
2 y 3 de capítulo 2, que la iglesia había recibido una carta falsificada que se
había agregado al problema, pero éstas sólo son conjeturas. No hay duda que la
carta de Pablo fue escrita para ayudar a afirmarse a esta confundida y
preocupada iglesia.
Temas Principal:
La Segunda venida de Cristo.
Texto Clave:
3:5 "Y el Señor encamine vuestros corazones al
amor de Dios y a la paciencia de Cristo."
Propósito
La Segunda
epístola a los Tesalonicenses (=2
Ts) desarrolla con mayor amplitud el tema del retorno de Cristo, ya tratado en 1 Tesalonicenses (véaseIntroducción a esta epístola). Sin embargo, el
motivo inmediato de su redacción lo dio la aparición en la ciudad de algunas
personas que estaban sembrando inquietudes entre los miembros de aquella
iglesia fundada por Pablo.
Se trataba de gente exaltada, de ciertos convertidos al
cristianismo que a tal punto insistían en la inminencia del retorno de Cristo y
del juicio final, que habían llegado a intranquilizar a los creyentes
tesalonicenses. Eran personas que para dar mayor peso a sus propias enseñanzas
se las atribuían a Pablo, o que utilizaban algún texto paulino entendiéndolo
mal y explicándolo peor (2.2).
Contenido y estructura
La situación de la iglesia de Tesalónica no era fácil, según se
desprende de las expresiones: «todas vuestras persecuciones y tribulaciones que
soportáis» (1.4) y «vosotros, los que sois atribulados» (1.7). Pero el apóstol
da gracias a Dios porque, a pesar de todo, los creyentes progresan en la fe y
el amor, y en la paciencia con que sobrellevan los padecimientos (1.3–4). Su
firmeza será recompensada, y quienes los persiguen recibirán el justo castigo
«cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo» (1.3–12 y, especialmente,
v. 6–10).
La segunda venida de «nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión
con él» (2.1) no es un acontecimiento inmediato, sino que antes tiene que
aparecer «este impío», cuyo advenimiento es «obra de Satanás» (2.9). Cierto que
ese «misterio de la iniquidad» ya está actuando (2.7) y que un día llegará a
ser plenamente manifiesto; pero el Señor lo destruirá (2.8) cuando traiga su
juicio y su victoria sobre «todos los que no creyeron a la verdad, sino que se
complacieron en la injusticia» (2.12).
Esta exposición va seguida de una acción de gracias y algunas
breves exhortaciones (2.13–3.5). Y termina el cuerpo central de la carta con un
llamamiento a mantener la disciplina y el trabajo honrado, para la mejor convivencia
de todos en la congregación (3.6–15).
Peculiaridades:
1 y 2 Tesalonicenses:
Es evidente que entre las dos cartas de Pablo a los tesalonicenses
existen importantes analogías. El lenguaje tiene frases y expresiones afines,
que tanto en uno como en otro texto pueden identificarse como paulinas. El tema
central es el mismo en ambas epístolas: la segunda venida de Cristo, su
inminencia y los signos que la precederán. Sin embargo, por ciertos detalles de
la estructura literaria y de la exposición doctrinal, algunos piensan que el
autor de 2 Tesalonicenses fue un discípulo de Pablo, el cual la
habría redactado después de muerto el apóstol y como en memoria suya (véase Introducción a las epístolas).
Breve Resumen:
Pablo saluda a la iglesia en Tesalónica y los anima y exhorta. Los
alaba por lo que ha oído que están haciendo en el Señor, y ora por ellos (2
Tesalonicenses 1:11-12). En el capítulo 2, Pablo explica lo que sucederá en el
Día del Señor (2 Tesalonicenses 2:1-12). Luego los anima a permanecer firmes y
apartarse de los hermanos que no vivan de acuerdo al evangelio (2
Tesalonicenses 3:6).
Conexiones:
Pablo se refiere a varios pasajes del Antiguo Testamento en su
discurso sobre el fin de los tiempos, con lo cual confirma y concilia a los
profetas del Antiguo Testamento. Mucha de su enseñanza sobre el final de los
tiempos en esta carta, está basada en el profeta Daniel y sus visiones. En 2
Tesalonicenses 2:3-9, él se refiere a la profecía de Daniel con respecto al
“hombre de pecado” (Daniel 7-8).
Aplicación Práctica:
El libro de 2 Tesalonicenses está lleno con información que
explica el final de los tiempos. También nos exhorta a no estar ociosos y a
trabajar por lo que tenemos. Hay también algunas grandes oraciones en este
libro que pueden ser un ejemplo para nosotros sobre cómo orar por otros
creyentes en la actualidad.
Esquema del contenido:
Prólogo
(1.1–12)
Salutación
(1.1–2)
Dios
juzgará a los pecadores en la venida de Cristo (1.3–12)
Instrucciones
(2.1–3.15)
Manifestación
del hombre de pecado (2.1–12)
Escogidos
para salvación (2.13–17)
Que
la palabra de Dios sea glorificada (3.1–5)
El
deber de trabajar (3.6–15)
Epílogo:
Bendición final (3.16–18)
EXCELENTE GRACIAS POR COMPARTIR ESTA ENSENANZA
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