EL PERFECTO AMOR
Lectura: 1 Juan 4:7-21
Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
Muchas veces intentamos ser lo
suficientemente dignos del amor de Dios, sin darnos cuenta que lo que
estamos haciendo es añadiendo sobre nuestros hombros la insoportable
carga de vivir una vida alejados de Él. A veces intentamos comprar
nuestra salvación con nuestras propias buenas obras, de hecho, una
persona puede predicar de forma ejemplar, escribir palabras hermosas,
ser un testimonio de honestidad, rectitud y generosidad;
y aún así vivir una vida miserable, sin conocimiento de Dios. En 1
Corintios 13, Pablo afirma que puedes ser un gran ministro de la
palabra, puedes profetizar, puedes entender todos los misterios, puedes
tener tanta fe que puedes mover los montes o puedes hacer lo que sea;
pero si no tienes amor no eres nada. ¿Por qué es tan importante el amor?
A continuación verás por qué:
1. Porque Dios es amor. (1 Juan 4:7-8)
En la primera parte de la lectura, observamos una frase muy llamativa: “Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.”. Por favor meditemos un poco en dos palabras que son clave en esta frase: “nacido” y “conocer”.
Todos nosotros nacimos alguna vez, por
eso estamos aquí. Sin embargo, no decidimos hacerlo; ninguno de nosotros
decidió quiénes iban a ser sus padres, dónde iba a nacer o cómo iba a
ser su cuerpo. Ahora bien, consideremos a un recién nacido; es frágil, pequeño y completamente dependiente. El nacimiento es el comienzo de la vida; el recién nacido
es como un vaso vacío y su recorrido en la vida lo va llenando de a
poco. Cuando Jesús se encontró con Nicodemo, le dijo que tenía que nacer
de nuevo para poder entrar al Reino de Dios; Nicodemo no entendió lo
que Jesús le quería decir porque tenía una mente carnal que le impedía
comprender la orden del Maestro.
El nuevo nacimiento al que se refería
Jesús implicaba la decisión de, literalmente, volver a comenzar. Cuando
crecemos, el vaso vacío se va llenando de experiencias, de conocimientos
y de decisiones; lo que Jesús nos manda es vaciar todo el contenido de
ese vaso y volver a ser vasos vacíos dónde él pueda depositar su
Espíritu; es decir, olvidar todo lo que somos, dejar atrás todo lo que
hemos aprendido y decidido desde el momento que nacimos, y volver a ser
esos frágiles, pequeños y completamente dependientes seres; para ser
llenados de nuevas experiencias, nuevos conocimientos y nuevas
decisiones pero, esta vez, siendo el mismo Dios nuestro Padre y
engendrador. ¡Sólo nuestro Dios puede darnos una NUEVA VIDA!
Ahora bien, si analizamos la segunda
palabra nos damos cuenta de una verdad maravillosa. Conocer a alguien va
más allá de simplemente saber algo de ese alguien; conocer a Dios es lo
que el mismo Jesús expresa en Juan 17:21: “para que todos sean uno;
como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Conocer a Dios, es ser uno con Él. Sólo
a través del amor se crea un enlace perfecto que nos une con Dios. Los
que creemos en Jesucristo somos uno en él, y Jesús es uno con el Padre,
por tanto nosotros estaríamos unidos también con Dios. Es así como se
entiende por qué Jesús decía que él era el camino que llevaba al Padre;
él representa el eslabón faltante para unirnos con el Padre y conocerlo
en relación perfecta. ¿Alguna vez había pensado en eso? ¿Ser uno con
Dios? Y si somos uno con Dios ¡Qué maravillosa vida la que tenemos por
delante! Pero eso sólo pasa a través del amor.
Ahora que hemos analizado la frase por
partes, volvamos a ella para analizar su significado integral. La frase
nos plantea lo siguiente: Todo aquel que ama, ama porque es nacido de
Dios y lo conoce. Entonces para poder vivir conforme al amor, debemos nacer de nuevo y ser uno con Dios.
¿Por qué es tan importante vivir conforme al amor? Porque Dios es amor.
2. Porque Dios nos amó. (1 Juan 4:9-11)
Vayamos al versículo 10 y veamos la siguiente frase: “En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados.”
Esto cambia completamente nuestra
concepción del amor. Muchas personas entienden el amor a Dios como la
carga o necesidad de hacer tantas buenas obras como sea posible para
agradarlo; es muy importante que entienda esta gran verdad: No somos salvos por nuestras obras, sino por la gracia de Jesús en la cruz.
Imagine que usted quiere ir a un crucero,
pero el boleto para entrar a él es demasiado costoso y no tiene el
dinero suficiente para pagarlo; ahora imagine que un hombre se le acerca
y le regala el tiquete que necesitaba. Algo así es el maravilloso don
de la gracia. Nosotros no podíamos comprar nuestro boleto para estar con
Dios, pues estaba fuera de nuestro alcance; nuestra propia vida era el
costo que teníamos que pagar, por tanto estábamos destinados a un futuro
de condenación y muerte, separados de Dios. Pero luego vino Jesús a
hacer lo que nosotros no podíamos, a comprar el pasaje que necesitábamos
y regalárnoslo, pues sabía que nosotros nunca hubiéramos podido pagar
el precio necesario. El precio que pagó Jesús por el boleto para ir a Dios fue su propia vida.
Usted y yo tenemos dos opciones: Vivir
una vida de condenación intentando comprar un boleto que nunca podremos
obtener por nuestros propios medios y decirle a Jesús “Señor, gracias
por lo que hiciste pero no te necesito, yo puedo arreglármelas solo, yo
soy capaz de pagar el precio por mi propia cuenta” para luego darnos
cuenta que nunca podremos hacerlo; o vivir una vida de felicidad y
plenitud aceptando el gran regalo de Dios y acercándonos a él con
humildad por la obra de Cristo y no por la propia; reconociendo que solo
Jesús es el camino para unirnos al Padre para siempre. Es decisión de
cada uno.
Si vivimos conforme a la maravillosa
gracia de Dios que se revela por el gran amor depositado en cada uno de
nosotros por medio del Sacrificio de nuestro Señor Jesucristo; recibimos
confianza para el día del juicio, (1 Juan 4:17) una vida sin temor,
condenación ni esclavitud; (1 Juan 4:18) y su Santo Espíritu que nos
llena por completo. (1 Juan 4:13) Por el contrario si ignoramos el gran
amor de Dios por nosotros, queriendo comprar nuestra salvación con
nuestras propias obras, nos estamos sometiendo a una vida de condenación
y temor, separados de Él. (1 Juan 4:8, 1 Juan 4:18)
3. Porque nos hace permanecer en Dios. (1 Juan 4:12-16)
El versículo 16 nos dice: “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”
La palabra permanencia
se relaciona con la palabra firmeza. Permanecer significa estar firme
en algún lugar; firme significa inamovible, que ningún viento ni
tormenta pueden derribarlo. Para poder estar inamovibles en la presencia
de Dios, debemos permanecer en amor.
Permanecer en amor implica el amor al otro. Juan dice: “Si
alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues
el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a
quién no ha visto?” (1 Juan 4:20)
Por último, el versículo 21 nos lleva al gran mandamiento que recibimos de Jesús: “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.”. El amor es el valor cristiano por excelencia. Si
queremos saber qué significa amar, basta con dar un vistazo a un Padre
viendo morir a su Hijo y a un Hijo dando su vida de la forma más cruel
posible ¿Por qué? La respuesta es el amor. Si somos verdaderamente
cristianos debemos permanecer en amor y así seremos realmente hijos de
Dios.
Recuerda que:
1. El amor es importante porque Dios es amor.
2. El amor es importante porque Dios nos amó.
3. El amor es importante porque nos hace permanecer en la presencia de Dios.
Autor: Juan Felipe Caro ValenciaEscrito para www.destellodesugloria.org
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