Lo que la tormenta me enseñó…
El verano del año pasado estuve en medio de un temporal de lluvia y viento que parecía una tormenta.
Estábamos en medio de un campamento de jóvenes y tuvimos que utilizar
todo el ingenio para poder pasar la noche y partir al día siguiente de
regreso a nuestras casas. Los chicos estaban muy tristes porque había
que regresar, pero lo entendieron. Ya instalados en nuestros hogares conversábamos de lo que nos había dejado esa pequeña tormenta como lección y todos acordábamos que tenía relación con el aprovechar los tiempos y no dejar las cosas para última hora. ¿A qué me refiero? Es muy probable que Dios haya estado obrando en los corazones de todos los asistentes del campamento, y es también muy probable que más
de alguno estaba esperando hasta el último momento para permitirle a
Dios entrar en su vida. El último día se adelantó, por lo tanto quien no
aprovechó las oportunidades no pudo obtener el valioso regalo que
Cristo tenía para él o ella.
Pero no sólo las tormentas con temporal son las que dejan lecciones (desde qué materiales escoger para construir una vivienda, hasta la gratitud de tener un techo y abrigo), también las “tormentas personales” nos dejan lecciones que son para toda la vida, casi como un tatuaje.
Estoy segura que así como yo, tú has atravesado muchísimas tormentas. Te invito a que lleves a tu mente la más reciente
que has vivido, y si la estás viviendo hoy, con mayor razón. Ve cómo
has sido azotado por el viento y mojado por una lluvia copiosa que no ha
cesado, pero también vete a ti mismo, cómo te has mantenido allí…aunque
tienes mojado los pies, aunque te corre la fría lluvia por el rostro,
sigues allí…
Si hay algo que he aprendido acerca de las tormentas es que no son para siempre. Luego de una de ellas sale un arcoíris, que es la manifestación más
real de que Dios ha hecho contigo el mismo pacto que hizo un día con
Noé…La lluvia no será para siempre y si dura mucho tiempo, te dará un
refugio y gente que te acompañe en ese periodo de tiempo, pero
definitivamente no será eterna. Tal vez pienses que ha sido demasiado el
tiempo, tal vez ya estás cansado de estar tan empapado…pero hoy Dios te
dice que esa tormenta no será para siempre, que la promesa de un sol brillante es para ti.
Algunas de las cosas que las tormentas me han enseñado son:
…que así como empiezan se acaban
….que puede mantenerse igual por mucho tiempo, pero yo nunca vuelvo a ser la misma
…que siempre hay un lugar en el cual cobijarse para que no se sienta tan fuerte
…que no es sólo para mí, generalmente también hay otras personas a mi alrededor que se “están mojando” como yo
….que no son eternas
…que Jesús es mi mejor paraguas
Y tú… ¿qué has aprendido de tus tormentas?
Tal vez sea el momento de dejar de ver el agua correr, el viento soplar y pensar en cómo encuentro un lugar seguro cobijándome en el hueco de la mano de Cristo… ¿lo quieres intentar?
Autora: Poly ToroEscrito para www.destellodesugloria.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario