¿Qué se necesita para cambiar?
Todos tenemos áreas de nuestra vida que nos gustaría cambiar, esos hábitos de los que no nos sentimos nada orgullosos.
Quizá en muchas ocasiones has orado y
llorado pidiendo a Dios que te ayude a cambiar en esto o aquello, pero
cuando menos te percatas estas nuevamente cayendo en el mismo error.
Seguramente todos hemos tenido esos
encuentros especiales con Dios, cuando las lágrimas corren por nuestras
mejillas mientras con un sentimiento puro le pedimos al Señor que nos
ayude, que no queremos seguir siendo los mismos, que necesitamos de Él y
que ya no podemos más.
Llorar como niño delante de Dios
pidiendo que nos ayude a cambiar es solo el inicio de un proceso que
debemos de seguir para realmente cambiar. Muchos de nosotros queremos
dejarle todo el trabajo a Dios y no ponemos de nuestra parte. Si bien es
cierto que el único que puede transformar nuestra vida es Dios, también
necesita que nosotros dispongamos nuestro corazón y vida para que actúe
de una forma más efectiva.
Yo no puedo orar y pedirle a Dios que me
ayude a cambiar, mientras yo no pongo absolutamente nada de mi parte.
Dios es caballero y respeta mucho nuestras decisiones, Él jamás nos va a
forzar para cambiarnos, Él no nos va a doblar la mano y a obligarnos
para que de una vez por todas cambiemos, ¡No!, todo cambio que Dios
quiere realizar tiene que tener como terreno un corazón dispuesto a ese
cambio y una vida obediente a sus instrucciones.
Pero la pregunta es: ¿Qué se necesita para realmente cambiar?
Primero: Reconocer que tengo un problema.
Hay mucha gente que no puede cambiar porque no reconoce que tiene un
problema, el orgullo es una de los obstáculos mayúsculos que nos querrán
evitar el cambio. La Biblia dice: “El orgulloso y arrogante al fin de cuentas fracasa.” Proverbios 16:18 (Traducción en lenguaje actual). Pero en contraste con la humildad dice: “El orgulloso termina en la vergüenza, y el humilde llega a ser sabio.” Proverbios 11:2 (Traducción en lenguaje actual). Reconocer que tengo un problema es el inicio de un posible cambio.
Segundo: Someterme a Dios.
Cuando reconocemos que tenemos un problema y nos sometemos a Dios
entonces vamos camino a una recuperación y restauración. Someterme a
Dios tiene que ver con restaurar mi comunión personal con Él. La Biblia
dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7 (Reina-Valera 1960).
Tenemos que comenzar a restaurar aquella relación perdida, comienza a
orar, no necesariamente tienen que ser largos periodos, si te cuesta
orar, comienza con unos minutos cada día por una semana, y conforme
vayas acostumbrándote aumente tu tiempo de oración y tus resultados será
aun mejores. Lee la Biblia todos los días, medita sobre algún versículo
en especial, escucha y entona una alabanza con las cuales te sientas
muy bien delante de Dios, congrégate frecuentemente y conforme al tiempo
vaya pasando sirve en alguna área de tu Iglesia, eso te servirá para
mantener tu mente ocupada en el Señor.
Tercero: Velad constantemente.
Nunca te creas que ya alcanzaste el nivel necesario para ya no fallar o
no pecar, nuestro Señor Jesús nos enseño que teníamos que estar velando
siempre para no caer en tentación: “Velad y orad, para que no
entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la
carne es débil.” Marcos14:38 (Reina Valera 1960). Este mismo versículo en otra traducción dice así: “No
se duerman; oren para que puedan resistir la prueba que se acerca.
Ustedes quieren hacer lo bueno, pero no pueden hacerlo con sus propias
fuerzas.»” Marcos 14:38 (Traducción en lenguaje actual). Una
vida espiritual que este prevenida y manteniéndose en comunión personal
con Dios, es una vida que a la hora de la prueba saldrá con victoria.
Cuarto: Si fallas, no te rindas, inténtalo nuevamente.
Quizá tu lleves a cabo los tres pasos anteriores: Reconociste que
tenias un problema, te sometiste a Dios y estuviste velando
constantemente, pero a pesar de ello en un momento de descuido fallaste
nuevamente y te sientes muy mal, es allí donde el enemigo aprovechara
para lanzar sus dardos de fuego sobre tu mente para hacerte creer que
eres un fracasado y que nunca podrás cambiar. Es entonces en esos
momento en donde debes llevar a la practica este cuarto paso: SI FALLAS, NO TE RINDAS, INTENTALO NUEVAMENTE.
La vida cristiana es un ejercicio diario, si fallas, no puedes
rendirte, porque es casi seguro que fallaremos, pero lo mas importante a
la hora de fallar no es ese hecho, sino tener la disposición de
levantarte y volver a intentarlo con el conocimiento de que ya sabes
cómo fallaste y cómo poderlo evitar la próxima vez. La Biblia dice: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16a (Reina-Valera 1960).
¿Realmente quieres cambiar?, entonces
humildemente te aconsejo que sigas estos cuatro pasos, si te das cuenta
es un circulo que puede llevarte a la victoria, estos cuatro humildes
consejos pueden ser la llave que necesitas para vencer aquellas cosas
que hasta hoy te causaban mucho dolor, ya que fallar constantemente a
Dios provoca en un hijo de Dios nacido de nuevo, mucho dolor.
Para terminar hoy quiero elevar una oración por tu vida, la cual te pido que recibas con una convicción firme:
“Dios mío que estas en los cielos, te doy
gracias por todas tus bondades y tus misericordias para con nosotros,
reconocemos que tu eres Soberano y gobiernas sobre nosotros, por esa
razón hoy quiero elevar una oración por todas aquellas personas que
sienten que no pueden cambiar, por todas aquellas personas que hasta
cierto punto se sienten frustradas de intentarlo y no lograrlo, Padre,
en esta hora te pido que pongas en su corazón el deseo de llevar a cabo
estos humildes consejos respaldados por tu Palabra, Señor, pon en ellos
el deseo de intentarlo nuevamente y la disciplina que se necesita para
poner en practica estos consejos. Dales fuerza Señor, dales mucho
dominio propio, dales la determinación que necesitan para salir de esos
pozos de desesperación, dales la convicción de que tú estas con ellos,
que nunca se sientan solos, abrázalos, hazles sentir tu presencia allí
en el lugar donde están, renueva su aliento pero sobre todo que haya en
cada uno de ellos un amor profundo hacia ti que como consecuencia los
lleve a nunca rendirse de intentar agradarte. Gracias Padre porque sé
que estas obrando, porque sé que sus vidas serán transformadas por tu
poder y porque cada uno de ellos dispondrá su corazón para que tú
trabajes libremente. Gracias mi Dios, en el Nombre de tu Hijo Amado
Jesús, Amén.”
¡Adelante! ¡Dios está transformando tu vida!
“Mientras vivimos en esta tienda de campaña, que es nuestro cuerpo, nos sentimos muy tristes y cansados. Y no es que no queramos morir. Más bien, quisiéramos que nuestros cuerpos fueran transformados, y que lo que ha de morir se cambie por lo que vivirá para siempre.”
2 Corintios 5:4 (Traducción en lenguaje actual)
Autor: Enrique MonterrozaEscrito originalmente para www.destellodesugloria.org
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