Análisis
a las Cartas a Timoteo
Primera Timoteo
"E indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad: Dios
fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los
ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en
gloria." 1a. Timoteo 3:16
1a. Timoteo
("honrando a Dios") está escrita a un individuo, un joven hacia quien
Pablo evidentemente sentía un profundo afecto. Siendo de naturaleza tímida y
retraída, y no obstante, dotado por Dios, él necesitaba ser incitado a tener un
sentido de responsabilidad en cuanto a la conducta adecuada "en la casa de
Dios, que es la iglesia del Dios viviente."
Su ministerio le fue
dado, no para ser ejercitado de forma independiente, sino por causa del
bienestar de la Asamblea, el cuerpo de Cristo. Él es llamado también a ver que
la sana doctrina sea mantenida en la asamblea local, y ese orden es mantenido
con la participación de ancianos y diáconos fieles.
La asamblea también
debía ser un lugar de oración (capítulo 2); y en el capítulo 3 se declara que
es columna y baluarte de la verdad ‑un testigo de que Dios había sido
manifestado en carne, es verdad, bendita condición de Hombre, el Espíritu de
Dios justificándole públicamente en Su descenso sobre Él en Su bautismo, y el
poder de Su unción visto durante el transcurso de Su vida. Es también un
testigo del hecho de que Cristo había sido visto de los ángeles, quienes nunca
antes Le habían visto. Y Él ha sido predicado a los Gentiles, proporcionando un
evangelio mundial para toda la humanidad. "Creído en el mundo", si
son muchos o pocos, no marca ninguna diferencia, pero la fe ha respondido a una
revelación tal. "Recibido arriba en gloria" completa esta lista de
benditos hechos de los cuales la asamblea da testimonio.
1 Timoteo 1:1-11
Conocimos a Timoteo en el capítulo 16 de los
Hechos. Preciosos eran los vínculos de Pablo con su "verdadero hijo en la
fe". Sin embargo, él le escribe en calidad de apóstol para
subrayar la autoridad que él le confiere. A ese joven discípulo se le confía una
tarea difícil: mandar a cada cual cómo debe conducirse en la
iglesia (1 Timoteo 3:15). De hecho, el mandamiento estaba ya superado por el
amor. Del mismo modo que los tribunales no son para la gente honesta, la ley no
concierne más a los que son justificados. Lo que les conviene de ahí en
adelante es el amor, cuya fuente está en Dios. Ha sido
derramado por el Espíritu en nuestro corazón (Roma- nos 5:5). Pero, para que no
permanezca en nosotros como agua estancada, para que nos «atraviese» y surja en
provecho de los demás, ningún «conducto» debe estar obstruido. El amor emana de
"un corazón limpio": el que está libre de todo
ídolo; "de una buena conciencia": la que no tiene nada que
reprocharse (véase Hechos 24:16); "de una fe no
fingida": la que está exenta de toda forma hipócrita (2 Timoteo
1:5). Si no se llenan estas condiciones, nuestro cristianismo no será más
que "vana palabrería'" (1 Timoteo 1:6).
¡Cuan brillante es el contraste entre la
ley que maldice al pecador y la gracia que lo
transporta al goce de la gloria y de la felicidad de Dios!
1 Timoteo
1:12-20
Si alguien podía comparar la servidumbre de la ley
con el Evangelio, por cierto ése era el fariseo Saulo de Tarso, quien llegó a
ser el apóstol Pablo. Su fidelidad a los mandamientos no le había impedido
ser el primero de los pecadores. ¿No había perseguido a Jesús
al perseguir tan rudamente a los Suyos? Sin falsa humildad, se declara el peor
de todos aquellos pecadores enumerados en los versículos 9 y 10. Pero
Jesucristo vino a salvar precisamente a los culpables y no a los justos (Mateo
9:13). Y ya que el primero de ellos pudo ser salvo, nadie puede
considerarse demasiado pecador para no verse beneficiado por
la gracia. "Fui recibido a misericordia" exclama el apóstol dos veces
(1 Timoteo 1:13 y 16). Mide la grandeza de esa misericordia con la magnitud de
su propia miseria y espontáneamente la adoración se eleva de su corazón (v.
17).
Si a menudo gozamos tan poco de la gracia, tal vez
sea porque nuestra convicción de pecado no ha sido suficientemente profunda.
"Aquel a quien se le perdona poco" -o por lo menos, el que lo piensa
así- "poco ama" (Lucas 7:47). Y con respecto a usted, amigo aún
indiferente, la paciencia del Señor se ha ejercido hacia usted
también, hasta ahora. No le haga esperar más tiempo. Tal vez mañana sea
demasiado tarde.
1 Timoteo
2:1-15
El apóstol, antes de expresar todas las cosas de
las que va a hablar a Timoteo (cap. 3:14; 4:6 y 11), menciona la
oración bajo sus distintas formas. Por ésta empieza siempre un servicio cristiano.
La voluntad de Dios, la obra de Cristo y nuestra oración abarcan a todos
los hombres. Nuestro deber es el de orar por todos sin
restricción, porque Dios quiere que todos sean salvos y porque
Jesucristo se dio en rescate por todos. Y es nuestro privilegio
orar por las multitudes que no saben hacerlo.
De cierta manera depende de "los que están en
eminencia" que podamos llevar una vida apacible y quieta. Pidámosle
a Dios que nos la asegure por medio de ellos, no para derrocharla a merced de
nuestras codicias, sino para estar más libres para ocuparnos en la salvación de
los pecadores (véase Esdras 6:10).
Los hermanos, incluso los más jóvenes, son llamados
a orar "en todo lugar" y públicamente en la iglesia. En cambio, en
ella las hermanas deben guardar silencio. Pero, por medio de su actitud y su
modesto arreglo pueden dar un testimonio más poderoso que con palabras. Las
consecuencias de la caída en Edén (véase Génesis 3:16) son atribuibles a la
mujer, pero la fe, el amor, la santidad y la modestia son prendas de liberación
y bendición, aun en la tierra.
1 Timoteo
3:1-16
Aspirar al obispado debe ser considerado como una
prueba de apego a la iglesia. Para ejercer las funciones de obispo (o anciano)
y las de diácono (o siervo), no es cuestión de estudios ni de examen, sino de
condiciones morales. Ellas son de dos órdenes: 1) un
buen testimonio en la iglesia y fuera de ella; 2) una
experiencia adquirida en la vida cristiana.
En toda casa existe una regla de conducta, una
disciplina colectiva a la que cada uno se somete. Así ocurre en la casa del
Dios viviente: la Iglesia (véase 1 Corintios 14:40). No somos
libres, en absoluto, de comportarnos en ella a nuestro antojo. Ella es la
columna sobre la cual el nombre de Cristo, la Verdad, está escrito
para hacerlo conocer al mundo entero.
Grande es el misterio de la piedad porque grande es
la Persona sobre la cual están fundadas nuestras relaciones con Dios. La venida
de Jesús como hombre a la tierra, la perfecta justicia de todo su andar con el
poder del Espíritu Santo y bajo la mirada de los ángeles, su Nombre predicado y
creído aquí abajo, finalmente su elevación a la gloria constituyen los
elementos inseparables de ese misterio intangible confiado a la iglesia. Ésta
es responsable ante el Señor de sostener y guardar toda la Verdad (1 Timoteo
3:15).
1 Timoteo
4:1-16
El gran misterio de la piedad ha sido menospreciado
por muchos. Algunos han quitado lo que les molestaba. Otros han agregado prácticas
legales o supersticiones. El "buen ministro" se
nutre de "la buena doctrina" (v. 6). Entonces estará
en condiciones de enseñar a los demás (v. 11 y 13). La piedad es una virtud
para la que uno se ejercita (en griego «gymnazo», de donde
viene nuestro vocablo gimnasia). Uno se adiestra para la piedad. El ejercicio
corporal, el deporte, es útil para la salud de nuestro cuerpo: poca
cosa en comparación con los progresos del alma a los
que lleva la práctica cotidiana de la piedad. Notemos que es necesario que se
ejercite uno mismo, pues nadie puede vivir de la piedad de otro.
Con esta condición, el joven Timoteo podrá ser un «adiestrador» para otros
(véase Tito 2:7): un modelo en palabras, confirmado ello por
la conducta, la que es inspirada por el amor, el
cual a su vez es esclarecido por la fe, la que finalmente es
preservada por la pureza (1 Timoteo 4:12). ¿Y cómo se ejercita
uno para la piedad? Al estar ocupado en las cosas divinas y al entregarse por
completo a ellas. La debilidad de nuestro testimonio viene del hecho
de que nos dispersamos en demasiadas direcciones. Seamos los campeones de una
única causa: la de Cristo (véase 2 Corintios 8:5). Así haremos progresos
evidentes para todos.
1 Timoteo
5:1-16
En las relaciones con los demás creyentes, los
vínculos de la familia ("padre... hermanos... madre... hermanas...")
deben servirnos de modelo (v. 1-2). Nunca perdamos de vista que formamos una
única y misma familia: la familia de Dios.
Cada uno es invitado a mostrar su piedad, pero primeramente para
con su propia casa (v. 4). Los fariseos predicaban lo contrario. Al mismo
tiempo que hacían ostentación de devoción, anulaban el mandamiento de Dios al
alejar a los hijos de sus más legítimos deberes para con sus padres (véase
Marcos 7:12-13).
Con un solo versículo, el 10, se resume una
vida entera al servicio del Señor: "Que (la viuda) tenga
testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la
hospitalidad;... si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena
obra" (1 Timoteo 5:10). Que cada cristiana halle inspiración y fortaleza a
fin de no desear otra cosa.
Estos versículos 3 a 16, consagrados a las viudas,
nos recuerdan que Dios cuida de ellas de una manera muy particular (véase Salmo
68:5). El evangelio de Lucas menciona a cuatro de ellas: Ana, cuya actividad en
oraciones constantes ilustra el versículo 5 de nuestro capítulo (Lucas
2:36-38); la viuda de Naín, a la que Jesús devolvió el hijo (Lucas 7:11-17); la
que pedía justicia al juez injusto de la parábola del capítulo 18; y,
finalmente, la pobre viuda que, ante los ojos del Señor -y para Su gozo- dio al
tesoro del templo todo lo que tenía para su sustento (Lucas 21:1-4). Tal vez no
haya en toda la Palabra de Dios una "buena obra" que supere a ésa.
1
Timoteo 5:17-25; 6:1-10
Pablo sigue exponiendo a Timoteo cómo debe
conducirse "en la casa de Dios" (1 Timoteo 3:15). Asunto capital por
el que se interesa Dios mismo -es Su casa- el Señor Jesucristo y los ángeles
escogidos, llamados a considerar la sabiduría de Dios en la iglesia (1 Timoteo
5:21). Esa "multiforme sabiduría"debe también
manifestarse en los variados detalles de la vida de la iglesia: deberes de la
grey para con sus ancianos, comportamiento del siervo de Dios para resolver los
casos difíciles, instrucciones dadas a los esclavos... (cap. 6:1-2). Cuántos
desórdenes se introducen tan pronto como uno no se sujeta más a las sanas
palabras, que no son las de Pablo o Timoteo, sino las de
nuestro Señor Jesucristo (v. 3).
La piedad acompañada de contentamiento es
en sí misma una ganancia, una gran ganancia al alcance de
todos (cap. 4:8). Nuestra civilización está comúnmente basada en la creación y
satisfacción de nuevas necesidades. Pese a todo, el ávido corazón del hombre
permanece insaciable (compárese los versículos 9-10 con el Salmo 49:16-20).
Agradezcamos al Señor que nos asegura lo necesario: "sustento y
abrigo" y "estemos contentos con esto" (1 Timoteo 6:8). Siempre
estaremos satisfechos de lo que Él nos da, si Él mismo, el Dador (quien es el
Objeto de la piedad), satisface plenamente el corazón.
1 Timoteo
6:11-21
"¡Mas tú...!". El hombre de Dios -y cada
hijo de Dios- debe andar sin cesar contra la corriente aquí abajo. Huye de
lo que el mundo ama y busca: el dinero y las cosas que el dinero procura (v.
10). Sigue lo que le gusta al Señor: justicia, piedad, fe, amor, mansedumbre
(v. 11). Aguarda Su aparición, ese tiempo en que todo será manifestado (v. 14).
El apóstol no confunde a los que son ricos (v. 17)
con los quequieren enriquecerse (1 Timoteo 6:9). Más él proyecta
sobre los bienes de "este siglo" la luz de la eternidad. El objeto de
nuestra confianza no son los dones, sino Aquel que los da; laverdadera ganancia
es la piedad; las verdaderas riquezas son las buenas obras (v.
18); el verdadero tesoro es un buen fundamento para el
porvenir (v. 19). Sí, sepamos discernir y echar mano "de la vida que lo es
en verdad" (V. M.).
Huye..., sigue..., pelea..., echa mano... son las
exhortaciones que hemos hallado en nuestra lectura (v. 11-12). El versículo 20
hace oír un último imperativo particularmente solemne: "Oh Timoteo, guarda lo
que se te ha encomendado" (véase también el v. 14 y 2 Timoteo 1:14). Tal
es la exhortación final e invitamos a cada uno de nuestros lectores a
reemplazar el nombre de Timoteo por el propio.
Autor:
El Libro de 1 Timoteo fue escrito por el apóstol Pablo (1 Timoteo
1:1)
Fecha de su Escritura:
El Libro de 1 Timoteo fue escrito entre el 62—66 d.C.
Propósito de la Escritura:
Pablo le escribió a Timoteo para animarlo en su responsabilidad de
supervisar la obra de la iglesia de Éfeso y posiblemente otras iglesias en la provincia
de Asia (1 Timoteo 1:3). Esta carta finca los fundamentos para ordenar ancianos
(1 Timoteo 3:1-7), y proporciona una guía para la gente común dentro de la
administración de la iglesia (1 Timoteo 3:8-13). En esencia. 1 Timoteo es un
manual de liderazgo para la organización y administración de la iglesia.
Temas Principal:
Consejos y exhortaciones a un
joven evangelista acerca de su conducta personal y de su trabajo ministerial.
Texto Clave:
1 Timoteo 2:5, “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”
1 Timoteo 2:12, “Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.”
1 Timoteo 3:1-2, “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar.”
1era Timoteo: 3:15: "para que, si tardo, sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
defensa de la verdad."
1 Timoteo 4:9-10, “Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por
todos. que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en
el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los
que creen.”
1 Timoteo 6:12, “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la
vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena
profesión delante de muchos testigos.”
Timoteo
La leal compañía y fiel
colaboración de Timoteo fueron una ayuda constante y esencial en el trabajo
misionero del apóstol Pablo. Desde el primer momento se estableció entre ellos
una relación, nunca rota, de confianza y amistad. De esa relación son
testimonio fidedigno las repetidas menciones a Timoteo en el libro de los
Hechos (Hch 17.14–15; 18.5; 19.22; 20.4), las que de él hace el propio Pablo en
ocho de sus doce cartas (Ro 16.21; 1 Co 4.17; 16.10; 2 Co 1.1; Flp 2.19; Col
1.1; 1 Ts 1.1; 3.2, 6; 2 Ts 1.1; Flm 1) y el hecho de que, además, le dirigiera
dos epístolas en las que lo llama «verdadero hijo en la fe» (1 Ti 1.1) y «amado
hijo» (2 Ti 1.2; 2.1).
Cuando, en su segundo viaje, el
apóstol llegó a Listra, conoció a Timoteo, que vivía allí. Era un joven de unos
veinte años de edad, «hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego»
(Hch 16.1). Es decir, su madre, Eunice, era cristiana (2 Ti 1.5) de origen
judío, y su padre, pagano.
Pablo incorporó a Timoteo a aquel
grupo misionero que muy pronto habría de llevar a Europa el primer anuncio del
evangelio. Más tarde, pasados algunos años, el joven discípulo recibiría el
encargo de velar por la «sana doctrina» en Asia Menor, y de impedir posibles
desviaciones hacia otras enseñanzas, falsas y destructivas (1.3–4; 4.6, 9, 13,
16; 6.3–5), que habían comenzado a penetrar en comunidades cristianas de
reciente formación (1.3–11). La alusión a los «doctores de la Ley», así como el
énfasis puesto en los valores auténticos de la ley de Moisés (1.6–10) denuncian
la actividad que los judaizantes estaban desplegando en las iglesias asiáticas.
Propósito
Esta epístola revela una seria
preocupación de su autor por la organización de la iglesia. Resulta evidente su
interés por dotarla de normas de vida y de conducta, válidas tanto para cada
miembro individualmente como para la edificación y el crecimiento espiritual de
las congregaciones cristianas en conjunto. Por eso, la carta contiene
instrucciones sobre diversos temas: la necesidad de la oración y el buen orden
en la comunidad (2.1–15), las bases para llegar a una eficiente organización de
la iglesia (3.1–13), la vigilancia frente al error doctrinal (4.1–5; 6.3–5), y
la atención a la administración congregacional y al ejercicio del ministerio
pastoral (3.14–15; 5.1–6.2).
Mención aparte ha de hacerse del
texto de 3.16. Es un breve poema formado por tres pares de versos, que parecen
ir marcando el camino de la exaltación de Jesucristo, desde su manifestación
humana hasta su ascensión y glorificación en los cielos. El autor llama «gran
misterio de la piedad» a esta hermosa afirmación de fe que viene a ser como el
centro de gravedad de la teología de 1
Timoteo (=1 Ti).
Fecha y lugar de redacción
Nada dice la carta a propósito de
fecha o lugar de redacción. Quizá fue escrita en Macedonia, si, como es
probable, Pablo siguió en esta región después de haber sido liberado de su
primera prisión en Roma (cf. Hch 28.16, 30–31). Por aquel mismo tiempo, Timoteo
estaría viviendo en Éfeso, adonde quizás le habría sido remitida la misiva
(1.3).
Puede pensarse, sin embargo, que
Pablo se acercaba ya al final de su vida cuando redactó esta carta, en la que
se descubre una estructura eclesiástica que parece ser posterior a los primeros
esfuerzos de organización en la historia del cristianismo.
Breve Resumen:
Esta es la primera carta que Pablo escribió a Timoteo, un joven
pastor quien había sido de gran ayuda para Pablo en su obra. Timoteo era
griego. Su madre era judía y su padre griego. Pablo era más que solo un tutor y
líder para Timoteo, él era como un padre para él y Timoteo era como un hijo para
Pablo (1 Timoteo 1:2). Pablo comienza la carta urgiendo a Timoteo a estar
alerta ante los falsos maestros y la falsa doctrina. Sin embargo, buena parte
de la carta trata sobre la conducta pastoral. Pablo instruye a Timoteo en la
adoración (capítulo 2) y el desarrollo de líderes maduros para la iglesia
(capítulo 3). La mayor parte de la carta trata de la conducta pastoral,
advertencias sobre los falsos maestros, y la responsabilidad de la iglesia
hacia los miembros que pequen, las viudas, ancianos y esclavos. A través de
toda la carta, Pablo anima a Timoteo a permanecer firme, a perseverar, y a
permanecer fiel a su llamado.
Conexiones:
Existe una relación interesante entre el libro de 1 Timoteo y el
Antiguo Testamento, y es la cita de Pablo sobre las bases para considerar a los
ancianos de la iglesia como dignos de “doble honor” y merecedores de respeto en
el caso en que fueran acusados de mala conducta (1 Timoteo 5:17-19).
Deuteronomio 24:15 y Levítico 19:13 hablan de la necesidad de pagar al trabajador
lo que se ha ganado y de hacerlo puntualmente. Parte de la Ley Mosaica
demandaba que dos o tres testigos eran necesarios para levantar una acusación
contra un hombre (Deuteronomio 19:15). Los judíos cristianos en las iglesias
que Timoteo pastoreaba, debían estar bien conscientes de estas referencias al
Antiguo Testamento.
Aplicación Práctica:
Jesucristo es presentado por Pablo como el mediador entre Dios y el
hombre (1 Timoteo 2:5), el Salvador para todos los que creen en Él. Él es Señor
de la iglesia y Timoteo le sirve pastoreando Su iglesia. Así, encontramos que
ésta es la aplicación principal de la primera carta de Pablo a su “hijo en la
fe.” Pablo instruye a Timoteo en asuntos sobre la doctrina de la iglesia, el
liderazgo de la iglesia, y la administración de la iglesia. Podemos usar estas
mismas instrucciones para gobernar nuestra asamblea local en la actualidad. De
la misma manera, el trabajo y ministerio de un pastor, los requerimientos para
un anciano, y para un diácono son justamente tan importantes y pertinentes en
la actualidad como lo fueron en los días de Timoteo. La primera carta de Pablo
a Timoteo, se valora como un libro de enseñanza sobre el liderazgo, la
administración, y el pastoreo de la iglesia local. Las instrucciones en esta
carta se aplican a cualquier líder o prospecto de líder de la iglesia
cristiana, y son igualmente relevantes en la actualidad, como lo fueron en los
tiempos de Pablo. Para aquellos que no fueron llamados para asumir el liderazgo
en su iglesia, este libro es igualmente práctico. Cada seguidor debe contender
por la fe y evitar la falsa enseñanza. Cada seguidor debe permanecer firme y
perseverar.
Esquema del contenido:
Salutación (1.1–2)
Advertencia contra falsas doctrinas (1.3–11)
El ministerio de Pablo (1.12–20)
Instrucciones sobre la oración (2.1–15)
Requisitos de los obispos (3.1–7)
Requisitos de los diáconos (3.8–13)
El misterio de la piedad (3.14–16)
Predicción de la apostacía (4.1–5)
Un buen ministro de Jesucristo (4.6–16)
Deberes hacia los demás (5.1–6.2)
Piedad
y contentamiento (6.3–10)
La
buena batalla de la fe (6.11–19)
Encargo
final de Pablo a Timoteo (6.20–21)
"Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro
Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por
el evangelio, según el poder de Dios." 2a. Timoteo 1:8
2a. Timoteo trata
también con la responsabilidad individual en relación con la Iglesia. Pero
Pablo escribe esta carta desde la prisión. Es, de hecho, su última epístola,
escrita sabiendo que iba a ser enviado a la muerte por testificar del Señor.
Aquí ya no habla de "la casa de Dios", sino de "una casa
grande" (capítulo 2: 20); ya que aquello que una vez había sido la casa de
Dios en cierta medida de pureza y verdad, se había degenerado al punto de
permitir errores groseros y vasos de deshonra. Además, todos los que estaban en
Asia habían abandonado a Pablo, indudablemente no deseando mas su enseñanza.
Pero él no se
desanimó. En realidad, con un corazón gozoso él anima a este joven fortaleciéndole
contra su propia timidez natural. Timoteo no debía avergonzarse del testimonio
del Señor, debía trazar bien la palabra de verdad (capítulo 2: 15 - RVA), hacer
completo uso de toda esa bendita verdad actuando con firmeza y decisión para
Dios. Él no debe descuidar nada de ello, ya sea en la obra de evangelista o en
el ministerio para el pueblo de Dios. El capítulo segundo muestra al creyente
en ocho importantes aspectos de la vida y es excelente para cualquier alma que
honestamente desea servir al Señor en el presente día.
De esta forma, este
libro contiene un gran estímulo para el corazón que es recto en estos días de
desviación y descuido espiritual. Declara la bienaventuranza de la provisión de
Dios en vista de Su conocimiento previo de las presentes condiciones, para que,
independientemente de cual sea la deshonra hecha al nombre de Dios por la
Cristiandad profesante, uno pueda, con todo, ser fiel al significado del nombre
Timoteo: <<honrando a Dios>>.
2 Timoteo 1:1-18
Esta segunda epístola,
muy diferente de la primera, enfoca un tiempo de ruina en que el apóstol,
prisionero, al final de su carrera, asiste a la rápida decadencia del
testimonio por el cual había trabajado tanto. Pero Dios se valió de esos
progresos del mal, ya visibles en el tiempo de los apóstoles, para darnos esta
carta que nos muestra el camino a seguir y los recursos de la fe en los
"tiempos peligrosos" como lo son los nuestros, hoy en día (cap. 3:1).
«¡Ánimo! -escribe Pablo a su "amado hijo"- ¡no te dejes asustar!». Lo
que poseemos está fuera del alcance del Enemigo y está protegido por el poder
de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Éste permanece como espíritu de
poder, de amor y de consejo y "mora en nosotros" (v. 14; Juan 14:17
al final).
"Nuestro Salvador
Jesucristo" no ha cambiado. Su victoria sobre la muerte ha sido lograda
por la eternidad (2 Timoteo 1:10). Cuando todos los puntos de apoyo exteriores
se han derrumbado, la fe es llevada a descansar sólo en el Señor (v.
12; Salmo 62:1). La fidelidad de cada uno es puesta a prueba no cuando todo va
bien, sino cuando todo
va mal (véase
Filipenses 2:22). En la adversidad, un gran número de hermanos abandonó al
apóstol (2 Timoteo 1:15), en tanto que uno abnegado, Onesíforo, lo
había buscado y visitado en la cárcel. Éste formaba parte de aquellos
misericordiosos a quienes les será hecha misericordia: "Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (v. 18; Mateo
5:7 y Mateo 25:36 al final).
2
Timoteo 2:1-13
"Esfuérzate en la gracia" recomienda el apóstol a su
querido discípulo. Él mismo había aprendido este secreto de boca del Señor: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona
en la debilidad" (2 Corintios 12:9). Tres ejemplos: el del soldado, el del
atleta y el del labrador ilustran el renunciamiento, la obediencia y la
paciencia del cristiano. ¿Qué es lo que caracteriza a un buen soldado?: no se embaraza con inútil
bagaje; es disciplinado, a fin de agradar a sus superiores; sabe que el oficio
de soldado implica inevitablemente sufrimientos, peligros, golpes que recibir y
que éstos preceden a las menciones honoríficas y condecoraciones. Esto es
cierto y toda la Escritura lo confirma: nuestro comportamiento actual tendrá su
contrapartida eternal. Hoy, los sufrimientos y la muerte con Cristo; mañana, la
vida con Él, el reino y la gloria eterna. Queridos amigos creyentes:
Cristo nos ha
reclutado bajo su bandera. Por desdicha, en un ejército pueden hallarse
desertores que reniegan de su bandera y de su capitán
(2 Timoteo 2:12 al final). Existen mil maneras, aun silenciosas, de traicionar
a nuestro Jefe. Que el deseo de obtener su aprobación, secreta hoy, pública
mañana, haga de nosotros buenos soldados, aptos para pelear "la buena
batalla" (2 Timoteo 4:7-8 y 1 Timoteo 6:12).
Estad por Cristo
firmes, soldados de la cruz, Alzad hoy la bandera en nombre de Jesús;
A aquel que al fin
venciere corona se dará, Y con el Rey de gloria por siempre reinará.
2
Timoteo 2:14-26
Cuando todo va bien,
cuando la obra es próspera, el obrero no tiene motivos para avergonzarse ante
los hombres (cap. 1:8, 12 y 16 al final). En cambio, cuando el testimonio está
en ruina, es un sentimiento al que escapamos difícilmente. Pero, ¡qué importa
el menosprecio del mundo, si somos aprobadospor Dios! (2 Timoteo 2:15). Y este
capítulo nos traza una línea de conducta que nos permite estar seguros de esa
aprobación en toda circunstancia: allí donde la incredulidad y la corrupción
dominan, el cristiano fiel se aparta. En relación con los individuos,
él se limpia; respecto de las codicias, él
lasrehuye; en cuanto al bien, él lo sigue; a
los creyentes, los busca, se une con ellos y rinde culto a Dios con ellos. En
la práctica, estos versículos 19 a 22 han llevado a apreciados hijos de Dios a apartarse de
diversos sistemas religiosos de la cristiandad y a reunirse alrededor del Señor
para alabarle.
Ya hemos oído un "huye" y
un "sigue" en la primera epístola (cap.
6:11). Quiera el Señor grabar en el corazón de todos los creyentes este
versículo 22: "Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la
justicia, la fe, el amor y la paz". No olvidemos, sin embargo que, así
como debemos ser firmes en cuanto a la verdad y a los principios, también
debemos soportar a las personas y manifestarles "mansedumbre"
(v. 24-25; Efesios 4:2).
2
Timoteo 3:1-17
El sombrío retrato
moral de los versículos 2 a 5 se parece al del primer capítulo de la epístola a
los Romanos, versículos 28 a 32, con la diferencia de que aquí no describe
paganos sino gente que dice ser cristiana. Y, lo que es más grave, la forma de
piedad -la hipocresía- cubre esos horrendos rasgos con un barniz engañoso. Con
un "pero tú", vuelve a interrumpirse el apóstol (2 Timoteo 3:10 y 14;
cap. 4:5). De un lado están esas personas inmorales que "siempre están
aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad" (v. 7);
del otro, ese joven siervo de Dios, nutrido desde la niñez con "las
Sagradas Escrituras" (v. 15) bajo la influencia de una madre y una abuela
piadosas (cap. 1:5). ¡Dichosos los que, desde su niñez, han sido asiduos
lectores de la Palabra de Dios! A ellos y a todos nosotros se dirige esta
exhortación: "Persiste
tú en lo que has aprendido" (cap. 3:14).
El versículo 16
establece la plena inspiración de toda la Escritura al mismo tiempo
que su autoridad "para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia". La Palabra de
Dios alimenta
y forma al hombre de
Dios. Timoteo
lo era pese a su juventud. Este título de "hombre de Dios" (v. 17 y 1
Timoteo 6:11) es más noble aun que el de "soldado",
"obrero" o "siervo del Señor" (cap. 2:3, 15 y 24). Dios nos
muestra aquí cómo se llega a ser un "hombre de Dios". ¡Que Él nos dé
también el deseo de serlo!
2
Timoteo 4:1-22
Aunque muchos apartan
el oído de la verdad (v. 4), el obrero del Señor debe, no obstante, predicar,
advertir, instar "a tiempo y fuera de tiempo", convencer, reprender,
exhortar... en resumen, cumplir plenamente su ministerio (v. 2 y 5). Pablo
había dado el ejemplo. Su carrera se acababa. Los deportistas saben que una
competición nunca está decidida antes de la línea de llegada. Abandonar o
dejarse pasar en los últimos metros es perder toda la carrera... juntamente con el
premio. Y los últimos pasos a menudo son los más difíciles. El amado apóstol
nos da una conmovedora idea de las condiciones finales de su combate y de su
carrera: la prisión, el frío y la desnudez (véase 1 Corintios 4:11; 2 Corintios
11:27; aquí pide su capa: 2 Timoteo 4:13), la maldad y la oposición de los
hombres (v. 14-15), su comparecencia ante César (Nerón) y la ausencia de todos
sus amigos (v. 16). Éstos se habían dispersado; hasta lo había abandonado
Demás. No se puede formar parte al mismo tiempo de los que aman "este mundo" (v. 10) y de los que aman la venida del Señor (v. 8). Y la epístola se
termina mencionando el supremo recurso en un tiempo de ruina: la gracia. Era
el saludo del apóstol (cap. 1:2) y también su despedida (v. 22). ¡Que esta
gracia esté con cada uno de nosotros!
La gracia de mi Dios:
el tema encantador.
El cielo dio la dulce
voz al mundo pecador.
La gracia enseñó mis
pies a caminar
En justas sendas de mi
Dios al celestial hogar.
Autor:
2 Timoteo 1:1 identifica al autor del libro de 2 Timoteo como el
apóstol Pablo.
Fecha de su Escritura:
El Libro de 2 Timoteo fue escrito aproximadamente en el 67 d.C.,
poco antes de que el apóstol Pablo fuera condenado a muerte. Esta
carta contiene las últimas palabras del apóstol.
Propósito de la Escritura:
Encarcelado en Roma una vez más, el apóstol Pablo se sintió solo y
abandonado. Pablo reconoció que su vida terrenal probablemente pronto llegaría
a su fin. El libro 2 de Timoteo es esencialmente “las últimas palabras” de
Pablo. Pablo miró más allá de sus propias circunstancias para manifestar su
preocupación por las iglesias y especialmente por Timoteo. Pablo quería
utilizar sus últimas palabras para animar a Timoteo, y a todos los demás
creyentes, a perseverar en la fe (2 Timoteo 3:14) y a proclamar el evangelio de
Jesucristo (2 Timoteo 4:2).
Versos Clave:
2 Timoteo 1:7, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor y de dominio propio.”
2 Timoteo 3:16-17, “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
2 Timoteo 4:2, “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.”
2 Timoteo 4:7-8, “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”
Propósito:
General: El
de animar e instruir a un evangelista joven en su labor ministerial.
Especial: el
pedirle a Timoteo, su hijo en el evangelio, que vaya pronto a Roma, para que él
pueda tener el consuelo de su compañía.
Marco Histórico:
Se cree generalmente que Pablo
estuvo encarcelado en Roma dos veces, y que fue durante la segunda vez que escribió
esta carta. Anteriormente había tenido alguna libertad pues vivía en una casa
alquilada (Hch 28:30)
Durante ese tiempo tenía acceso a
sus amigos, pero ahora estaba incomunicado y aun Onesíforo había tenido
dificultad en encontrarlo. Muchos de sus compañeros lo habían abandonado, y
esperaba ser ejecutado pronto. Un tono triste de soledad se hace sentir a
través de la carta, y no sorprende que Pablo esté ansioso de ver a su amado
Timoteo.
Fecha y lugar de redacción
Esta Segunda epístola a Timoteo (=2 Ti), discípulo y colaborador de
Pablo, tiene un acento especialmente dramático. Según algunos interpretan los
testimonios que encontramos en la propia carta, su redacción puede situarse en
la época de Nerón, por los años 66 ó 67, cuando el apóstol se encuentra preso
en Roma (2.9; cf. 1.8, 16–17).
Ya anteriormente había pasado dos
años en la cárcel, en la capital del imperio; pero fueron dos años de prisión
atenuada, de un régimen abierto que incluso le permitía disponer de vivienda
independiente (Hch 28.30). Después de esto, parece que fue puesto en libertad,
y que durante algún tiempo pudo dedicarse nuevamente a su labor de apostolado
en Macedonia, Creta, Asia Menor y otros lugares.
Pablo encarcelado
Más tarde, Pablo volvió a ser
apresado; pero esta vez, que es la referida en 2 Timoteo, la situación resultó por completo
diferente. Él mismo dice que las condiciones de su cautiverio eran ahora tan
duras que incluso se le trataba «a modo de malhechor» (2.9), lo cual significa,
entre otros males, que estaba sujeto con cadenas (1.16). Y el término
previsible de sus expectativas era el de una cercana ejecución: Porque «yo ya
estoy próximo a ser sacrificado» y «el tiempo de mi partida está cercano»
(4.6–8).
A la gravedad de esta situación
personal del apóstol habría que añadir una gran tristeza, causada por el mal
comportamiento de algunos, como Demas y Alejandro el calderero (4.10, 14), y
por verse olvidado de otros en circunstancias muy difíciles y angustiosas (4.16).
Es probable, además, que su salud
se hubiera quebrantado en la prisión, y que careciera de la indispensable ropa
de abrigo (4.13). Todo esto le ocurría cuando solamente tenía a su lado a Lucas
(4.11), pues sus otros colaboradores se hallaban ausentes de Roma, entregados
al cumplimiento de sus respectivas tareas y ministerios. Esa desfavorable
acumulación de circunstancias explica la insistencia con que Pablo ruega a
Timoteo: «Procura venir pronto a verme» (4.9), «Procura venir antes del
invierno» (4.21).
Propósito
De la presente epístola, la última
del apóstol, se ha dicho que representa su testamento espiritual. En ella
exhorta a su «amado hijo» Timoteo (1.2) a mantenerse fiel y a no avergonzarse
de ser testigo de Jesucristo (1.6–2.13). Y le encarga que anuncie con
diligencia el evangelio (3.14–4.2), que amoneste con prudencia a los creyentes
(2.14), que los corrija con humildad (2.24–25) y que esté dispuesto a hacer
frente a las penalidades «como buen soldado de Jesucristo» (2.3. Cf. 2.9; 3.12;
4.5).
La epístola también previene a
Timoteo contra conductas desviadas que algún día podrían llegar a introducirse
en la iglesia, cuando gente «con apariencia de piedad» (3.5), «hombres
corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe» (3.8), se «apartarán de
la verdad... y se volverán a las fábulas» (4.4).
Ante el previsible próximo final
de su vida (4.6–8), el apóstol aconseja a su discípulo acerca del mejor
cumplimiento de la responsabilidad pastoral que le había encomendado: «que
avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos»
(1.6); «esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús» (2.1); «haz obra de
evangelista, cumple tu ministerio» (4.5).
La carta concluye con una serie de
instrucciones, recuerdos personales y saludos.
Breve Resumen:
Pablo anima a Timoteo a permanecer apasionado por Cristo y a permanecer
firme en la sana doctrina (2 Timoteo 1:1-2, 13-14). Pablo le recuerda a Timoteo
evitar prácticas y creencias impías y huir de todo lo inmoral (2 Timoteo
2:14-26). Al final de los tiempos habrá una intensa persecución así como
apostasía de la fe cristiana (2 Timoteo 3:1-17). Pablo cierra con una intensa
súplica porque los creyentes permanezcan firmes en la fe y terminen la carrera
fortalecidos (2 Timoteo 4:1-8).
Conexiones:
Tan preocupado estaba Pablo de advertir a Timoteo y a aquellos que
él pastoreaba sobre los peligros de los falsos maestros, que evocó la historia
de los magos egipcios, quienes se oponían a Moisés (Éxodo 7:11, 22; 8:7, 18,
19, 9:11) Aunque sus nombres no se mencionan en el Antiguo Testamento, la
tradición dice que estos hombres promovieron la fabricación del becerro de oro,
y fueron muertos con el resto de los idólatras (Éxodo 32). Pablo predice el
mismo destino para aquellos que resisten la verdad de Cristo, finalmente su
insensatez se hace “manifiesta a todos.” (2 Timoteo 3:9).
Aplicación Práctica:
Es fácil desviarse de la vida cristiana. Debemos mantener nuestros
ojos en el premio – para ser recompensados en el cielo por Jesucristo (2
Timoteo 4:8). Debemos luchar por evitar tanto la falsa doctrina como las
prácticas impías. Esto solo puede ser logrado estando arraigados en nuestro
conocimiento de la Palabra de Dios y firmes en nuestra negativa de aceptar
cualquier cosa que no sea bíblica.
Esquema del contenido:
Salutación (1.1–2)
Testificando de Cristo (1.3–18)
Un buen soldado de Jesucristo (2.1–13)
Un obrero aprobado (2.14–26)
Carácter de los hombres en los postreros días (3.1–17)
Predica la palabra (4.1–8)
Instrucciones personales (4.9–18)
Saludos y bendición final (4.19–22)
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