viernes, 7 de septiembre de 2012

Análisis a las Cartas a los Tesalonicenses


Análisis a las Cartas a los Tesalonicenses



Primera de Tesalonicenses
"Y por esto también damos gracias sin cesar a Dios, de que cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis, no como palabra de hombres, sino según lo es verdaderamente, la palabra de Dios, que obra también en vosotros que creéis." 1a. Tesalonicenses 2:13 (VM)
1a. Tesalonicenses ("victoria sobre la falsedad"), desde el punto de vista del tiempo, es la primera de las epístolas de Pablo. Está llena de frescura, energía, y calidez. Pastoral en su carácter, es dirigida "a la iglesia de los tesalonicenses", ejemplificando así el verdadero cuidado pastoral, no sólo de individuos, sino de la asamblea de Dios. Esta asamblea, formada durante una breve visita a Tesalónica (Hechos 17: 1-4), en medio de circunstancias de amarga persecución, había llegado a ser un modelo para las otras, debido a su piadosa energía de fe divulgando la Palabra de Dios (1a. Tesalonicenses 1: 7, 8). Fe, amor, y esperanza se ven de forma hermosa a través de todo este libro y de la Segunda Epístola, también.
La venida del Señor es un asunto muy prominente. En el capítulo 1: 10, esto se ve como la liberación de la ira venidera de la tribulación. En el capítulo 2: 19, está relacionado con el gozo de Pablo viendo a sus propios convertidos en la gloria de arriba. En el capítulo 3: 13, tiene a la vista la confirmación de los santos irreprensibles en santidad. En el capítulo 4: 15‑18, es una preciosa perspectiva para dar consuelo presente a aquellos que están en tristeza. En el capítulo 5: 23, es visto como una santificación final y total del espíritu, alma, y cuerpo.
Pero el versículo citado arriba muestra la razón para la fiel energía de los Tesalonicenses. La palabra de Dios para sus almas era real: era Dios quien había hablado: ellos aceptaban esa palabra como tal. Es por medio de esto que se producen buenos resultados. ¿Acaso, entones, no es este libro muy alentador y estimulante?
1 Tesalonicenses 1:1-10

El capítulo 17 de los Hechos de los apóstoles nos relata la corta visita de Pablo y Silas (o Silvano) a Tesalónica. Allí habían anunciado y vivido el Evangelio (v. 5). Y los tesalonicenses, habiéndolo recibido (v. 6), lo vivían a su turno. Su obra era una prueba de su fe (compárese Santiago 2:18); su trabajo confirmaba su amor; su paciencia proclamaba cuál era la gran esperanza que por sí sola podía sostenerlos (v. 3). De tal modo todo el mundo sabía que existían cristianos en Tesalónica (v. 7). ¿Saben todos en mi barrio o en mi lugar de trabajo que soy un creyente? Una conversión es la señal pública del nuevo nacimiento, es el cambio de dirección visible que corresponde a la vida divina recibida en el alma. Cuando uno da media vuelta, no tiene más los mismos objetos ante sí (Gálatas 4:8-9). De ahí en adelante, los tesalonicenses daban la espalda a los ídolos, estériles y engañosos, para contemplar y servir a un Dios vivo, el Dios verdadero.
Los ídolos de madera o de piedra del mundo pagano cedieron el lugar a los ídolos más refinados del mundo cristianizado. Pero siempre sigue siendo cierto que "ningún siervo puede servir a dos señores" (Lucas 16:13). ¿A quién servimos nosotros? ¿A Dios o a nuestras codicias? ¿Y qué esperamos? ¿Al Hijo de Dios o la ira venidera?
   
 1 Tesalonicenses 2:1-12

Los ultrajes y los malos tratos padecidos por Pablo y Silas en Filipos (Hechos 16:12-40), lejos de desanimarlos, les impulsaron a anunciar el Evangelio con "denuedo". La furiosa reacción del Adversario probaba precisamente que el trabajo de ellos no había resultado vano (1 Tesalonicenses 2:1). Sin embargo, no habían empleado ninguno de los métodos habituales de la propaganda humana: seducción, astucia, lisonjas o deseos de agradar; como lo escribía el apóstol a los corintios: "Con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo" (2 Corintios 2:17). Demasiado a menudo, hoy en día, el Evangelio es presentado bajo un aspecto atrayente y sentimental o como un complemento de una obra social. El ministerio de Pablo tampoco estaba alentado por uno de los tres grandes resortes de la actividad humana: la búsqueda de la gloria personal, la satisfacción de la carne y el provecho material. Al contrario, los sufrimientos del apóstol testimoniaban un completo desinterés personal (véase Hechos 20:35). Dos sentimientos le animaban: la continua preocupación de agradar a Dios (1 Tesalonicenses 2:4) y el amor por los que habían llegado a ser "sus propios hijos". Como una madre, él los había alimentado y cuidado con ternura (v. 7); como un padre, los exhortaba y enseñaba a andar (v. 11-12). Pero ante todo quería que ellos tuvieran plena conciencia de sus relaciones con Dios. ¡Qué posición la de ellos... y la nuestra! Dios nos llama nada menos que a su propio reino y a su propia gloria.

1 Tesalonicenses 2:13-20

Los cristianos de Tesalónica habían aceptado la palabra del apóstol como verdadera Palabra de Dios (v. 13; Mateo 10:40). La absoluta inspiración de todas las partes de la Sagrada Escritura dista mucho de ser reconocida por todos los teólogos de la cristiandad. A menudo los escritos de Pablo son presentados como las enseñanzas de un hombre, sin duda un notable hombre de Dios, pero falible. En general, se trata de un pretexto para no someterse a ellas y para rechazar lo que parece demasiado estrecho... pero, bendito sea Dios, cada palabra de la Biblia posee la misma autoridad divina.
Los celos de los judíos habían interrumpido la actividad del apóstol a favor de los tesalonicenses (v. 15-16; Hechos 17:5). Él no había terminado de instruirlos. Un maestro se siente confundido cuando ninguno de sus alumnos obtiene el diploma para lograr el cual los preparó. Pablo les habla al corazón y les recuerda que era personalmente responsable de la fidelidad de ellos. Según el caso, él recibiría una corona de manos del Señor o sería avergonzado a causa de ellos "en Su venida" (v. 19; véase 1 Juan 2:28).
Queridos amigos: tengamos, como el apóstol, este pensamiento siempre presente en nuestro espíritu: pronto tendremos que rendir cuentas ante nuestro Señor de todo lo que hayamos hecho, como en la parábola de Mateo 25:19: "Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos". "De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí" (Romanos 14:12).

1 Tesalonicenses 3:1-10
Dos veces Satanás impidió que Pablo volviera a Tesalónica (cap. 2:18). Dios permitió esa situación para que fueran manifestados tanto los afectos del apóstol como la fidelidad de los tesalonicenses. Entonces "el tentador" (v. 5), utilizando otra arma, había suscitado contra ellos grandes tribulaciones. Pablo les había advertido que no sólo esas pruebas eran inevitables sino que para esto estaban puestos (v. 3; Juan 15:20; Juan 16:3 3). Por esa razón, ¿permanecía él indiferente? ¡Muy al contrario! Pero lo que le preocupaba no eran las tribulaciones de los tesalonicenses, sino la firmeza de la fe de ellos 11 Tesalonicenses 3:2, 5-7. 10) ¡Qué lección para nosotros, que nos detenemos fácilmente ante circunstancias exteriores -como dificultades materiales, enfermedades, etc.- y perdemos de vista el estado interior del creyente! "No pudiendo soportarlo más" (v. 1 y 5), el apóstol había encomendado a Timoteo que los fortaleciese y animase. Y él mismo había sido consolado y regocijado en medio de su propia tribulación como consecuencia de las noticias recibidas. Porque lejos de quebrantar la fe de esos creyentes, muy jóvenes en ella, la prueba la había fortalecido. Del mismo modo, los climas más rudos generalmente forjan las razas más resistentes. Una vez más, Satanás había hecho una obra engañosa para sí, según Proverbios 11:18: "El inicuo adquiere para sí una ganancia engañosa" (V. M.).

1 Tesalonicenses 3:11-13 y 4:1-8

¡No son nuestras pruebas las que deben movernos a esperar al Señor: es nuestro amor hacia Él! Su venida "con todos sus santos" (v. 13) es el gran pensamiento que debe regir todo nuestro comportamiento. "Santos", lo somos ante Dios por medio de la perfecta obra de Cristo (Hebreos 10:10). Pero al mismo tiempo somos exhortados a afirmar nuestros corazones en la santidad práctica (1 Tesalonicenses 3:13); ella es la expresa voluntad de Dios para cada uno de los suyos (cap. 4:3). Un creyente deberá particularmente cuidarse para permanecer puro (v. 4). Al considerar su cuerpo como un instrumento de placer, peca primeramente contra sí mismo: arruina a veces su salud, siempre su conciencia (ésta pierde su sensibilidad frente al mal y se desarregla como un cuentakilómetros que ha sido violentado).
También puede perjudicar grandemente a otra persona (v. 6: Hebreos 13:4). ¿Cuántas vidas destrozadas, espíritus y cuerpos mancillados y hogares comprometidos han pagado el precio de la vanidad de una conquista y el placer de unos momentos? Finalmente, la impureza, bajo todas sus formas, es un pecado contra Dios, como lo dice David en el Salmo 51:4: "Contra ti, contra ti solo he pecado". Nuestro cuerpo no nos pertenece más; ha llegado a ser el templo del Espíritu que Dios nos dio (1 Tesalonicenses 4:8; 1 Corintios 6:18-20). El Espíritu Santo reclama una morada santa. Conservar nuestro cuerpo sin reproche (1 Tesalonicenses 5:23) es honrar a Aquel que lo habita.

1 Tesalonicenses 4:9-18

No es necesario cumplir obras extraordinarias "para servir al Dios vivo y verdadero" (cap. 1:9). Ante todo, se le pide al cristiano que viva apaciblemente y se aplique fielmente a cumplir su tarea cotidiana (cap. 4:11). Pronto se acabará su trabajo! A la conocida voz del Señor, cada cual dejará su herramienta para ir a Su encuentro y estar siempre con Él. El arrebatamiento de los creyentes es el primer acto de la venida del Señor Jesús (el segundo será su glorioso retorno con ellos: cap. 3:13). Él mismo viene a buscarlos, y no deja a nadie más ese cuidado y ese gozo; gozo que debe ser la parte de cada redimido y su presente consuelo cuando uno de los suyos llega a "dormirse". Como la muerte ha sido vencida -aunque todavía no destruida- los muertos en Cristo simplemente "duermen" (cap. 4:13-15; Juan 11:11-13). Despertarán como Lázaro -mas para siempre- a la voz de mando del Príncipe de la vida. Luego, en perfecto orden y del mismo modo que Él dejó la tierra, los que vivamos "seremos arrebatados juntamente con ellos" (1 Tesalonicenses 4:17; Filipenses 3:20) para ir a Su encuentro en el aire. ¿Vivirá nuestra generación este maravilloso acontecimiento, esperado por tantas generaciones? Todo lo hace pensar. Tal vez ocurra hoy. Amigo lector: «¿Está usted preparado?».

1 Tesalonicenses 5:1-11

Si para sus redimidos la venida del Señor significa la entrada en el gozo eterno, para los incrédulos es la señal de una "destrucción repentina" (v. 3; Lucas 17:26-30). ¡Bienaventurada esperanza para unos, total y terrible sorpresa para otros! ¡Por desdicha, en la práctica la diferencia está lejos de ser tan nítida! Ciertos "hijos de luz" ocultan su lámpara "debajo del almud o debajo de la cama" (Marcos 4:21). Duermen y la somnolencia espiritual es un estado que se asemeja a la muerte. ¿A qué se debe?: generalmente a una falta de sobriedad. Embriagarse es hacer de los bienes de la tierra un uso que supera a lo que uno necesita (véase Lucas 12:45-46). Y cuando uno está adormecido en cuanto a los intereses celestiales y muy despierto en cuanto a los de aquí abajo, ¿puede desearse el retorno del Señor? Nosotros que somos del día... "no durmamos como los demás", "como los otros que no tienen esperanza" (1 Tesalonicenses 4:13). por temor a ser sorprendidos, nosotros también, por la llegada repentina de nuestro Señor. Volvamos a leer las serias palabras del Señor en el capítulo 24 de Mateo y en el 13 de Marcos... Y hagámonos a menudo esta pregunta: «¿Me gustaría que el Señor me encontrase haciendo lo que estoy haciendo, o diciendo o pensando?».

1 Tesalonicenses 5:12-28

El final de la epístola nos enseña cuál debe ser nuestro comportamiento entre hermanos, cuál con respecto a todos los hombres, cuál en relación con Dios y, por fin, cuál en la Iglesia. En suma, nuestra vida entera está encuadrada en estas cortas exhortaciones. Si se trata de ser gozoso, se lo debe ser siempre; si de orar, que sea sin cesar; si de dar gracias, que lo sea en todo. La fe nos permite agradecer al Señor aun por lo que puede parecemos enojoso. Orar sin cesar, es permanecer en Su comunión, lo que será también nuestra salvaguardia contra el mal bajo todas sus formas (v. 22). El que nos rescató enteramente -espíritu, alma y cuerpo- exige también la santidad de nuestro ser entero (véase capítulo 4:3). Las manchas del espíritu y del corazón, aun- que invisibles, son tan temibles como las del cuerpo. Pidámosle al Señor, quien es fiel, que nos conserve sin reproche, conformes a Él, para el instante de la gran cita. Pues bien, ningún pensamiento es más apropiado para santificarnos que el del retorno del Señor Jesús (1 Juan 3:3). Esta inestimable promesa se halla mencionada al final de cada uno de los cinco capítulos de esta carta. No la perdamos de vista. Y hasta entonces, que "la gracia de nuestro Señor Jesucristo" sea con cada uno de nos- otros.

Primera de Tesalonicenses
Autor: 
1 Tesalonicenses 1:1 indica que el libro de 1 Tesalonicenses fue escrita por el apóstol Pablo, probablemente junto con Silas y Timoteo.
Fecha de su Escritura: 
Sobre esta primera carta a los Tesalonicenses el año y el lugar no se han determinado con seguridad. Se cree generalmente que ésta fue la primera de todas las cartas de Pablo y probablemente fue escrita desde Corinto, 49 - 54 d.C.
Desde Tesalónica, Pablo se dirigió a Berea (Hch 17.10), luego a Atenas (Hch 17.15) y finalmente a Corinto (Hch 18.1), donde alrededor del año 50 redactó esta Primera epístola a los Tesalonicenses (=1 Ts) (3.6; cf. Hch 18.5). Es la carta más antigua de las que conocemos del apóstol y, probablemente, también el documento más antiguo del NT.
La intención de Pablo era regresar pronto a Tesalónica, pero no pudo hacerlo. Así es que desde Atenas mandó a Timoteo (2.17–18; 3.2, 5–6), encargándole que animara a los creyentes y que luego se reuniera con él para informarle de la marcha de los asuntos en aquella iglesia.
Timoteo hizo el viaje, y volvió a Corinto. En términos generales, las noticias que llevaba a Pablo eran buenas, aunque también hablaban de cierta falta de madurez entre los cristianos de Tesalónica. De todos modos, Pablo se sintió satisfecho, y no tardó en manifestarlo por escrito.
Propósito de la Escritura: 
En la iglesia de Tesalónica había algunos malentendidos acerca del regreso de Cristo. Pablo deseaba aclarárselos en su carta. También la escribe como una instrucción sobre la vida santa.
Versos Clave: 
1 Tesalonicenses 3:5, “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano.”

1 Tesalonicenses 3:7, “ Por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe.” 
1 Tesalonicenses 4:14-17, “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
1 Tesalonicenses 5:16-18, “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 
La Iglesia: 
Fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero. Allí encontró una oposición violenta a su obra, pero tuvo éxito en ganar a algunos judíos y a numerosos griegos, que le hizo posible el establecimiento de una iglesia fiel. Lea Hechos 17:1 - 10.
Marco Histórico: 
Pablo había enviado a Timoteo a animar y a fortalecer a la iglesia. Este a su regreso le dio un informe que evidentemente motivó al apóstol a escribir la carta. (ver 3:6).
Temas Principales: 
Esta es una de las cartas más personales de todas las de Pablo. No es tan doctrinal o polémica como algunas de las otras.
El cuerpo de de la carta consiste principalmente de recomendaciones, reminiscencias personales, consejos y exhortaciones. La verdad central, resaltada ampliamente, es la esperanza futura de la venida de Cristo.
Tesalónica
En vida del apóstol Pablo, Tesalónica (la actual Salónica) era la capital de la provincia romana de Macedonia. Gozaba de una economía floreciente, debida en gran parte a su magnífico emplazamiento, con un puerto que se abría al mar Egeo y daba entrada y salida a buena parte del importante tráfico comercial entre Roma y Asia Menor.
La población tesalonicense era numerosa. Estaba formada por una mezcla de residentes nativos y extranjeros, agrupados estos últimos en colonias de las más diversas nacionalidades, entre las cuales se contaba la judía, que debía de ser importante puesto que disponía de su propia sinagoga (Hch 17.1).
El evangelio en Europa
Pablo y sus colaboradores fueron los primeros en llevar a Europa el evangelio de Jesucristo. Habiendo zarpado del puerto de Troas, desembarcaron en Neápolis y luego se dirigieron a Filipos (Hch 16.11–12), desde donde, «pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica» (Hch 17.1; 1 Ts 2.1–2).
El libro de los Hechos registra las discusiones que Pablo mantuvo con los judíos de Tesalónica durante tres sábados (Hch 17.2). La estadía del apóstol en la ciudad se prolongó probablemente por unos tres meses, a juzgar por todo lo que allí aconteció (Hch 17.4–9; cf. Fil 4.16 acerca de la ayuda recibida «una y otra vez» de los filipenses).
La actividad de Pablo en Tesalónica dio como fruto la conversión de algunos judíos, «un gran número de griegos piadosos, y mujeres nobles no pocas» (Hch 17.4). Pero también provocó los celos de «judíos que no creían», los cuales «alborotaron la ciudad» hasta el punto de obligar al apóstol a abandonarla precipitadamente (Hch 17.5–10).
Contenido y estructura
La primera de las dos secciones principales en que se divide el texto (2.1–3.13 y 4.1–5.24) está precedida de un saludo (1.1) y una acción de gracias (1.2–10). Tras esta introducción, el apóstol recuerda su ministerio en Macedonia (2.1–16), expone las razones que lo movieron a enviar a Timoteo en vez de volver él mismo a Tesalónica (2.17–3.5) y da gracias a Dios por las buenas noticias de las que Timoteo, al regresar, había sido portador (3.6–13).
La segunda sección contiene una exhortación a vivir en paz y en fidelidad a Dios (4.3–12). El retorno del Señor, dice, es inminente; pero el momento, desconocido. Por lo tanto, es necesario estar atentos y vigilantes (4.13–5.11), puesto que su día «vendrá así como ladrón en la noche» (5.2). Los que ya murieron, resucitarán (4.13–16); y juntos, ellos y «los que hayamos quedado, seremos arrebatados... para recibir al Señor en el aire, así estaremos siempre con el Señor» (4.17).
La carta concluye con una invitación a todos los creyentes (5.25–28), para que cumplan con solicitud sus responsabilidades como miembros de la iglesia de Jesucristo (5.12–24).
Breve Resumen: 
Los primeros tres capítulos son acerca de Pablo anhelando visitar la iglesia en Tesalónica, pero sin haberlo logrado porque Satanás se los impidió (1 Tesalonicenses 2:18), y la manera en que Pablo cuidaba de ellos y se animaba al escuchar como habían estado. Luego Pablo ora por ellos (1 Tesalonicenses 3:11-13). En el capítulo 4, Pablo instruye a los creyentes en Tesalónica sobre cómo vivir una vida santa en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 4:1-12). Pablo prosigue instruyéndolos sobre un malentendido que ellos tenían. Les dice que la gente que había muerto en Cristo Jesús, también irá al cielo cuando Él regrese (1 Tesalonicenses 4:13-18, 5:1-11). El libro termina con instrucciones finales de vivir la vida cristiana.
Conexiones: 
Pablo les recuerda a los tesalonicenses que la persecución que estaban sufriendo de sus “propios conciudadanos” (v. 2:15 14), los judíos que rechazaron a su Mesías, es la misma que sufrieron los profetas del Antiguo Testamento (Jeremías 2:30; Mateo 23:31). Jesús advirtió que los verdaderos profetas de Dios siempre tendrían la oposición de los impíos (Lucas 11:49). En Colosenses, Pablo les recuerda esa verdad.
Aplicación Práctica: 
El libro puede ser aplicado a muchas situaciones de la vida. Nos brinda la confianza de que como cristianos, estemos muertos o vivos, cuando Cristo regrese estaremos juntos con Él (1 Tesalonicenses 4:13-18). Nos asegura que como cristianos no recibiremos la ira de Dios (1 Tesalonicenses 5:8-9). Nos instruye sobre cómo caminar diariamente en la vida cristiana. (1 Tesalonicenses 4—5).
Esquema del contenido:
Prólogo (1.1–10)
1. Ministerio de Pablo en Tesalónica (2.1–3.13)
2. Diversas exhortaciones (4.1–5.24)
Epílogo: Salutaciones y bendición final (5.25–28)




Segunda de Tesalonicenses
"Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra."  2a. Tesalonicenses 2:16, 17
2a. Tesalonicenses, al igual que 1a. Tesalonicenses, es pastoral en su carácter, pero trata con aquellas sutiles influencias que muy pronto amenazaron con arrebatarle a esta joven asamblea su reciente y ardiente afecto para con el Señor, su vigorosa fe, y su aguante ante la persecución. El apóstol advierte fielmente del futuro advenimiento del Anticristo, pero que incluso entonces ya estaba en acción el misterio de la iniquidad para socavar lo que era de Dios. Por lo tanto, fieles amonestaciones son agregadas al refrescante estímulo de la Primera Epístola, el sazonar con sal, para preservar el testimonio de Dios.
Cartas pretendiendo haber sido enviadas por Pablo, habían comunicado a los Tesalonicenses que el Día del Señor ya había venido - un astuto engaño del enemigo por medio del cual buscaba socavar la confianza de ellos en la venida del Señor, a buscar primeramente a la Iglesia, antes del  impresionante día de Su juicio del mundo. Pablo corrige esto, y el capítulo 2 es una Escritura profética muy asombrosa acerca del Día del Señor, que no puede ocurrir hasta que la Iglesia sea arrebatada a los cielos.
En contraste con las malignas obras y palabras del Anticristo, se anima a los santos a ser confirmados en toda buena palabra y obra. Este es un libro, por lo tanto, cuyo objetivo es dotarnos de discernimiento espiritual y firmeza en cuanto a aquellas cosas que tenderían a rebajar el testimonio Cristiano.
Reitero, la venida del Señor es prominente en todos los capítulos.

2 Tesalonicenses 1:1-12

Las persecuciones de las que eran víctimas los tesalonicenses habían aumentado su fe, habían hecho abundar su amor y habían manifestado su paciencia. ¿Qué les faltaba pues? y ¿por qué el apóstol juzgó necesario dirigirles esa segunda epístola? Esta vez, la esperanza no es nombrada ni tampoco el gozo del Espíritu Santo (compárese 1 Tesalonicenses 1:3 y el fin del versículo 6). Pablo coloca ante ellos las verdades convenientes para reanimar estos sentimientos en sus corazones. El triunfo de sus perseguidores y sus propios sufrimientos no son más que temporarios: "El Dios de retribuciones dará la paga" (Jeremías 51:56). Esta retribución, tanto de los fieles como de los impíos, tendrá lugar en el día del Señor. Está ligada con su gloriosa manifestación. El mismo castigo -"la eterna perdición"- alcanzará a los paganos que voluntariamente permanecieron en la ignorancia de Dios y a los cristianos que lo son sólo de nombre y desobedecen al Evangelio (2 Tesalonicenses 1:8). En cambio, los santos -"todos los que creyeron"- serán vistos en la compañía del Señor y asociados a su admirable gloria (v. 10; Mateo 13:43). Pero la voluntad de Dios y la oración del apóstol es que, desde ya, el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en cada uno de los que le pertenecen.

2 Tesalonicenses 2:1-17

Un grave asunto turbaba a los tesalonicenses. ¿No era inminente el día del Señor? Sus tribulaciones podían nacerles creer tal cosa y falsos doctores lo afirmaban. No, contesta el apóstol. Ese día debe ser precedido por tres acontecimientos.
1) Nuestra reunión con el Señor; 2) La apostasía de la falsa iglesia y de los judíos mismos; 3) La aparición del Anticristo, llamado "el hombre de pecado, el hijo de perdición" (v. 3) y "el inicuo" (v. 8). Estos nombres subrayan, por contraste, los caracteres del Señor Jesús: justicia, salvación y entera obediencia a Dios.
En este terrible período un poder engañoso, enviado como castigo, oscurecerá la mente de los hombres: no creyeron la verdad, pues entonces creerán la mentira. "El misterio de la iniquidad" (v. 7) ya está en acción, agrega el apóstol (compárese con 1 Juan 2:18). Sólo que "hay quien al presente lo detiene", el Espíritu Santo, quien opone una barrera al despliegue del mal en el mundo. Cuando Él haya dejado la tierra junto con la Iglesia, entonces la iniquidad no conocerá freno alguno.' Pero ¡qué contraste entre ese poder satánico (2 Tesalonicenses 2:1-12) y la obra de nuestro Dios y Padre! (cap. 2:13-17). Él nos amó, nos escogió para salvación y nos llamó para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. No dejemos de darle gracias ahora (v. 13; cap.1:3).

2 Tesalonicenses 3:1-18

Pablo se encomienda a las oraciones de los santos: "Orad por nosotros" (v. 1 y 1 Tesalonicenses 5:25). Él mismo no cesaba de orar por ellos (2 Tesalonicenses 1:11). Contaba con el fiel Señor para afirmarlos y guardarlos del mal. También contaba con la obediencia de ellos y ésta abarcaba el muy simple cumplimiento de sus cotidianas tareas. Pero algunos en Tesalónica habían cesado de trabajar. Ya que el Señor viene -pensaban ellos- ¿para qué cultivar el campo y ocuparse en los negocios de la vida presente? Y, triste consecuencia de ello, se entremetían en lo ajeno (véase 1 Timoteo 5:13). Pablo protestó con vehemencia. Nada en su enseñanza podía dar pretexto a semejante desorden (2 Tesalonicenses 3:6-7, 11). Al contrario, él había dado el ejemplo del trabajo manual "para no ser gravoso" a nadie. Y el ejemplo supremo es "la paciencia de Cristo" (v. 5) que permanece a la espera del momento en que ha de presentarse a su amada Iglesia.
Con las epístolas a los Tesalonicenses llegamos al final de las cartas que Pablo escribió a siete iglesias muy diferentes. En ellas, trata de los diversos aspectos de la vida y de la doctrina cristiana, desde la adquisición de la salvación en la epístola a los Romanos hasta la gloria próxima. Todas esas enseñanzas tienen un gran precio para nosotros. Que el Señor nos ayude a retenerlas con miras a permanecer "firmes" (cap. 2:15).

Segunda de Tesalonicenses
Autor: 
2 Tesalonicenses 1:1 indica que el libro de 2 Tesalonicenses fue escrito por el apóstol Pablo, probablemente junto con Silas y Timoteo.
Fecha: 
El Libro de 2 Tesalonicenses fue escrito probablemente en el 51-52 d.C. Probablemente escrito desde Corinto poco después de la primera carta.
Propósito de la Escritura: 
La iglesia de Tesalónica aún tenía algunos malentendidos acerca del Día del Señor. Ellos pensaban que ya había acontecido, así que dejaron de trabajar. Ellos estaban siendo gravemente perseguidos. Pablo escribió para aclarar los malentendidos y para consolarlos.
Versos Clave: 
2 Tesalonicenses 1:6-7, “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder.”
2 Tesalonicenses 2:13, “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.”
2 Tesalonicenses 3:3, “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal.”
2 Tesalonicenses 3:10, “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”
Marco Histórico: 
Es evidente que ciertas expresiones de la primera carta de Pablo a esta iglesia habían sido mal interpretadas. Cuando se había referido a la incertidumbre de día de la venida de Cristo, sus palabras habían sido entendidas como si hubiera enseñado que el día del Señor estaba cerca.
Esto dio como resultado una innecesaria conmoción. Los convertidos estaban turbados y alarmados (2:2). Tenían puntos de vista tan errados acerca de la cercanía de la venida del Señor, que trastornaron sus vidas.
Algunos han creído, de acuerdo con las palabras de los versículos 2 y 3 de capítulo 2, que la iglesia había recibido una carta falsificada que se había agregado al problema, pero éstas sólo son conjeturas. No hay duda que la carta de Pablo fue escrita para ayudar a afirmarse a esta confundida  y preocupada iglesia.
Temas Principal: 
La Segunda venida de Cristo.
Texto Clave: 
3:5 "Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios y a la paciencia de Cristo."
Propósito
La Segunda epístola a los Tesalonicenses (=2 Ts) desarrolla con mayor amplitud el tema del retorno de Cristo, ya tratado en 1 Tesalonicenses (véaseIntroducción a esta epístola). Sin embargo, el motivo inmediato de su redacción lo dio la aparición en la ciudad de algunas personas que estaban sembrando inquietudes entre los miembros de aquella iglesia fundada por Pablo.
Se trataba de gente exaltada, de ciertos convertidos al cristianismo que a tal punto insistían en la inminencia del retorno de Cristo y del juicio final, que habían llegado a intranquilizar a los creyentes tesalonicenses. Eran personas que para dar mayor peso a sus propias enseñanzas se las atribuían a Pablo, o que utilizaban algún texto paulino entendiéndolo mal y explicándolo peor (2.2).
Contenido y estructura
La situación de la iglesia de Tesalónica no era fácil, según se desprende de las expresiones: «todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis» (1.4) y «vosotros, los que sois atribulados» (1.7). Pero el apóstol da gracias a Dios porque, a pesar de todo, los creyentes progresan en la fe y el amor, y en la paciencia con que sobrellevan los padecimientos (1.3–4). Su firmeza será recompensada, y quienes los persiguen recibirán el justo castigo «cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo» (1.3–12 y, especialmente, v. 6–10).
La segunda venida de «nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él» (2.1) no es un acontecimiento inmediato, sino que antes tiene que aparecer «este impío», cuyo advenimiento es «obra de Satanás» (2.9). Cierto que ese «misterio de la iniquidad» ya está actuando (2.7) y que un día llegará a ser plenamente manifiesto; pero el Señor lo destruirá (2.8) cuando traiga su juicio y su victoria sobre «todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia» (2.12).
Esta exposición va seguida de una acción de gracias y algunas breves exhortaciones (2.13–3.5). Y termina el cuerpo central de la carta con un llamamiento a mantener la disciplina y el trabajo honrado, para la mejor convivencia de todos en la congregación (3.6–15).
Peculiaridades: 
1 y 2 Tesalonicenses:
Es evidente que entre las dos cartas de Pablo a los tesalonicenses existen importantes analogías. El lenguaje tiene frases y expresiones afines, que tanto en uno como en otro texto pueden identificarse como paulinas. El tema central es el mismo en ambas epístolas: la segunda venida de Cristo, su inminencia y los signos que la precederán. Sin embargo, por ciertos detalles de la estructura literaria y de la exposición doctrinal, algunos piensan que el autor de 2 Tesalonicenses fue un discípulo de Pablo, el cual la habría redactado después de muerto el apóstol y como en memoria suya (véase Introducción a las epístolas).
Breve Resumen: 
Pablo saluda a la iglesia en Tesalónica y los anima y exhorta. Los alaba por lo que ha oído que están haciendo en el Señor, y ora por ellos (2 Tesalonicenses 1:11-12). En el capítulo 2, Pablo explica lo que sucederá en el Día del Señor (2 Tesalonicenses 2:1-12). Luego los anima a permanecer firmes y apartarse de los hermanos que no vivan de acuerdo al evangelio (2 Tesalonicenses 3:6).
Conexiones: 
Pablo se refiere a varios pasajes del Antiguo Testamento en su discurso sobre el fin de los tiempos, con lo cual confirma y concilia a los profetas del Antiguo Testamento. Mucha de su enseñanza sobre el final de los tiempos en esta carta, está basada en el profeta Daniel y sus visiones. En 2 Tesalonicenses 2:3-9, él se refiere a la profecía de Daniel con respecto al “hombre de pecado” (Daniel 7-8).
Aplicación Práctica: 
El libro de 2 Tesalonicenses está lleno con información que explica el final de los tiempos. También nos exhorta a no estar ociosos y a trabajar por lo que tenemos. Hay también algunas grandes oraciones en este libro que pueden ser un ejemplo para nosotros sobre cómo orar por otros creyentes en la actualidad.
Esquema del contenido:
Prólogo (1.1–12)
Salutación (1.1–2)
Dios juzgará a los pecadores en la venida de Cristo (1.3–12)
Instrucciones (2.1–3.15)
Manifestación del hombre de pecado (2.1–12)
Escogidos para salvación (2.13–17)
Que la palabra de Dios sea glorificada (3.1–5)
El deber de trabajar (3.6–15)
Epílogo: Bendición final (3.16–18)

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